Cuento infantil (7+ años)
Escrito por: Paula Sicard
De la colección: Peripecias Intergalácticas
Valores: empatía, escucha, comunicación, amistad, demostrar afecto, aceptar el afecto de los demás, aceptar las diferencias.
―Adelante base principal, Comando Estelar, planeta Tierra. Aquí Capitán Teo, a bordo de la nave interplanetaria Cometa. Nos aproximamos a nuestro objetivo. Hora estimada de alunizaje, 6:12:45:34; hora lunar. Coordenadas de alunizaje, según lo planeado, en cara oscura. Cambio.
El capitán Teo se dirige a la Luna. Ha sido escogido para una de las más importantes misiones en la historia de las investigaciones del Comando Estelar. La cara oscura de la Luna, como la llaman, en realidad no es oscura todo el tiempo, sino lo que dura la noche lunar; solo que nunca es posible verla desde la Tierra. Él debe llegar justamente a esa cara de la Luna para completar su misión.
―Prosiga capitán Teo ―contesta orgulloso el general John Hernz desde la base principal del Comando Estelar en la Tierra―. La bitácora se ha cumplido a la perfección. Tiene una misión muy importante. Esperamos que pueda completarla de acuerdo con el plan, como hasta ahora. ¡Éxitos, Capitán! Cambio y fuera.
La nave sigue su curso con total normalidad. El capitán viaja sin compañía. Solamente su música, sus juegos y sus pinturas lo acompañan.
Mira por la pequeña y redonda ventana. Ya puede divisar con claridad los cráteres lunares, plateados, desiertos, como recuerda haberlos visto en sus últimas visitas. Su plan, más allá de la familiar vista, es encontrar algo diferente esta vez. Aguza la mirada y toma de nuevo la radio para informar de sus avances.
―Cinco minutos para ingresar en la cara oscura… Cuatro minutos… Dos minutos… 30 segundos… Cinco, cuatro, tres… ―el capitán no termina la cuenta regresiva. Queda atónito ante lo que sus ojos ven. Sus expectativas se han cumplido antes de lo esperado.
―Adelante Capitán. ¿Qué ha sucedido? Capitán, responda por favor. Capitán Teo… aquí Comando Estelar. ¡Capitán, por favor responda! ¡Código rojo! ¡Hemos perdido contacto con la nave interplanetaria Cometa!
No se escucha nada. En el comando no saben qué sucede. El general Hernz está muy angustiado. El protocolo dice que deben esperar. Él tiene un mal presentimiento y desea actuar inmediatamente. No puede.
El capitán Teo se repite a sí mismo: «¡Lo sabía! ¡Lo sabía!». Por un par de segundos se siente feliz de su descubrimiento. Pero enseguida su felicidad se ha transformado en duda y terror.
Para el capitán, viajar al espacio es como hacer sus sueños realidad. Desde niño ha soñado con viajar al espacio, así que siempre ha trabajado y estudiado con mucho interés TODO lo que tiene que ver con las galaxias y sobre todo, con las civilizaciones extraterrestres. Así se ha convertido en el primer explorador del espacio del planeta Tierra.
Una de las cosas que más le gustan de viajar en el espacio es la falta de gravedad. Flotar y flotar. Siempre que puede, busca una manera de jugar y divertirse. Entre tantos juegos, uno de los que más disfruta es con las gotas de agua que parecen volar, redondas como burbujas. Pone su canción de rock favorita, lanza varias dentro de la nave y mientras canta y baila en el aire trata de atraparlas con la boca: “Pam, pam, pararapapan”. ¡Es un juego súper divertido!
Sus expediciones son muy serias e importantes también. Debe mostrar siempre mucha valentía y fortaleza para cumplir sus objetivos. Los exploradores del espacio tienen una importantísima misión: hacer contacto con las civilizaciones de otros planetas e invitarlos a formar parte de la Comunidad Intergaláctica. Cuando está trabajando, se le ve muy concentrado, con la mirada fija en lo que está haciendo. Hace mucho silencio para estar atento a todo lo que sucede.
El capitán tiene un oído muy agudo. Gracias a eso, pudo descubrir toda una civilización de seres minúsculos, como hormigas, a las que llamó Los Roncadores. Eso fue durante su novena misión, cuando fue al planeta MOA-192 b. Los detectó por el agudo sonido que hacen cuando duermen, es un ronquido muy especial. Suena, Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, muy, muy bajito. Hay que tener un oído muy fino para distinguir ese sonido, que los demás deben escuchar con aparatos amplificadores.
El capitán Teo aclara todo el tiempo que su oído no tiene nada especial. «Solamente se necesita estar muy callado», dice.
Una de sus frases favoritas es: «Para escuchar, hay que hacer silencio, con la boca y con el pensamiento».
Pero la razón por la que lo han escogido para esta misión no es su gran habilidad para escuchar. Hay algo más que el capitán Teo hace muy, muy bien: Hacer amigos. Ha hecho grandes amistades con extraterrestres que parecen temibles, como los Dragotáurodos, que habitan en el planeta CL Tau b. Miden más de tres metros, son mitad dragón, mitad toro: cara de toro, púas de dragón en la espalda y la cabeza, cola de dragón, cuerpo y patas de toro, ¡y echan fuego por la boca y por la nariz! Nunca antes ningún explorador se atrevió a hacer contacto con ellos, pero el capitán Teo descubrió que son muy amables, divertidos y hasta tiernos.
Las investigaciones de los últimos años señalan que en el 41% de la Luna que queda oculto a la tierra, hay una civilización de selenitas. Es bastante raro, con la cantidad de veces que el hombre ha viajado a la Luna es de esperarse que ya hubiesen hecho contacto con ellos. El capitán Teo, que conoce tan bien a los diferentes seres extraterrestres, cree que sí existen los selenitas. Pero dice que esa debe ser una civilización muy tímida que se esconde de los humanos y por eso están en la cara oculta.
… Lo que nunca imaginó es que serían capaces de… ¡ATACARLO!
Su nave ha sido interceptada por un rayo magnético. Todos sus instrumentos de navegación se han apagado. Su radio ha perdido contacto con el Comando Estelar. Ha quedado completamente incomunicado. Está en peligro, sin control de su nave espacial y totalmente solo.
La nave es atraída por ese rayo. Se abre una misteriosa compuerta en un cráter lunar.
―¿Cómo es posible que haya una entrada aquí y nunca la hayamos encontrado? ¡Increíble! ―El capitán reflexiona. Está maravillado por la tecnología ante sus ojos, aunque también crece su temor. No sabe qué puede pasar en este desconocido y misterioso lugar.
La nave es conducida hacia el subsuelo lunar. ¡Hay toda una ciudad! Se ve muy avanzada. El capitán Teo puede ver amplios vehículos que pasan volando a altas velocidades. Todo es grande, brillante y muy colorido. Enormes edificios azules, rojos, dorados, plateados. Piensa, «los selenitas deben ser muy grandes». Sus vehículos también son inmensos. En uno de esos autos voladores cabrían como 20 terrícolas. No ha podido ver, sin embargo, en su corto y obligado viaje por la ciudad, a ningún selenita.
La nave interplanetaria Cometa, con su muy intrigado (y asustado) tripulante, es dirigida a uno de los edificios más grandes. Esta construcción, como las demás, es reluciente pero extrañamente, parece ser el único edificio de color verde en todo ese inmenso lugar.
Se abre una gran compuerta. Por ella ingresa la nave, siempre dirigida por ese rayo magnético de color violeta. Por fin se detiene. El capitán Teo sigue asomado por la ventana. De ese colorido y diverso paisaje, ha pasado a un espacio totalmente blanco e inmaculado. No ve ningún objeto, solo un amplio salón de piso, paredes y techo pulcramente blancos. Su nave parece ser lo único en ese inmenso espacio.
Quien sea que está manejando la nave del capitán, abre automáticamente la compuerta que da al exterior. Él no sabe si corre peligro o no, pero decide que es mejor caminar hacia la puerta. Sabe que debe salir. Piensa para sí: «Es momento de hacer uso de mi agudo oído. Para escuchar, hay que hacer silencio, con la boca y con el pensamiento». Se repite esta última frase unas tres veces. Está muy angustiado y no puede acallar sus pensamientos. Está haciendo un gran esfuerzo por concentrarse. Camina lentamente hacia la salida. “Tres pasos para salir. Dos, uno…”
El lugar es tan blanco que se siente cegado por la luz. Se tapa los ojos con las manos. Trata de concentrarse. «¡Escucha, escucha!» Quita las manos de sus ojos, pero no tiene tiempo de enfocar. Una inmensa figura, tan blanca como ese lugar, se abalanza sobre él. Es tan pesada que el capitán se queda sin aire cuando cae encima de él.
¡Zaz!
Ambos al suelo. Lo que sea, no le permite moverse o respirar. Está sobre él.
―¡M-m-me asfix-xio! ―alcanza a susurrar el capitán, ya casi sin aire en sus pulmones.
―¡UN TERRÍCOLA! ―grita el gran ser con emoción y con una voz muy grave, que hace eco en ese vacío lugar. «TERRÍCOLA, TERRÍCOLA, ÍCOLA, COLA, LA, LA, A, a, a». Se pierde el eco en la sala.
El gigante se levanta un poco. Continúa hablando aún en voz muy alta, MUY cerca del rostro del capitán, quien al fin puede tomar una bocanada de aire.
―¿CÓMO TE LLAMAS? ¿VIENES DE LA TIERRA, VERDAD? ¿CON QUIÉN VIENES? SIEMPRE QUISE CONOCER UN TERRÍCOLA. SOY FANÁTICO DE USTEDES. ¡LOS ADMIRO! SABÍA QUE LOGRARÍAN DESCUBRIR UN DÍA A LOS SELENITAS, ¡COMO YO!
―Wow, wow, wow. Una cosa a la vez. Primero, gracias por haberme dejado respirar.
―¡DE NADA! GRACIAS POR DECIRME GRACIAS. MI NOMBRE ES KKBRNSTTTR. ME PUEDES LLAMAR KA, ES MÁS FÁCIL. MI MAMÁ, XUYUX, ME LLAMA KA CUANDO ME HABLA CON CARIÑO, PERO CUANDO SE MOLESTA, ME DICE KKBRNSTTTR. EN LA ACADEMIA ME LLAMAN KB, PERO ME GUSTA MÁS QUE ME DIGAN KA. Me rEcuERda a mi MAMÁ ―por fin baja un poco el tono de su voz― ¡La extraño TANTO! ―Ka empieza a llorar (o eso parece)― ¡AUAUAUAUUUU, AUAUAUAUUUUU, AUAUAUAUUUUU!
―Lo lamento mucho, Ka. Debes estar muy triste sin ella… ―el capitán Teo trata de ser amable. No puede terminar de hablar. Ka sigue hablando (más bien gritando):
―SIIIIIIIIIIII. ¡TÚ ME ENTIENDES! NADIE AQUÍ ME ENTIENDE. NADIE QUIERE SER MI AMIGO. EXTRAÑO A MIS AMIGOS. ¿QUIERES SER MI AMIGO? VAMOS A SER MEJORES AMIGOS, TE VOY A LLEVAR A MI CASA, VAS A CONOCER A MI MAMÁ, XUYUX, QUE ES LA MAMÁ MÁS BUENA DE LA GALAXIA. TENGO MUCHAS COSAS PARA OFRECER A MI MEJOR AMIGO TERRÍCOLA. LAS HE GUARDADO PARA CUANDO TENGA UNO. ¡ESTOY FELIZ DE POR FIN HABER ENCONTRADO A MI MEJOR AMIGO TERRÍCOLA! ―Ka se sienta rápidamente y saca un gran objeto de dentro de su peludo cuerpo― ¡TOMA! TE OFREZCO NUESTRO OBSEQUIO REAL, ERA PARA LOS SELENITAS, PERO COMO NO PUEDO ENTREGÁRSELOS, TE LO DOY A TI. EL ABRAZUMBADOR: ¡ABRAZA Y CANTA NUESTRO HIMNO DE LA AMISTAD!
Ka le está a punto de entregar al confundido capitán un objeto circular, color naranja translúcido, con un botón rojo en la parte superior. Pero se detiene, lo vuelve a guardar y dice con seriedad:
―Claro que… primero debemos salir de aquí.
Por fin Ka hace silencio, aunque sigue con su cara tan cerca, que el capitán solamente alcanza a ver su único e inmenso ojo.
En una interrumpida conversación, el capitán Teo logra saber que Ka viene el planeta Neptuno, el cual está en el mismo sistema solar que la Tierra. Pertenece a una civilización de cíclopes, que son seres de un solo ojo. Normalmente su pelaje es de color verde oscuro, pero tienen la habilidad del camuflaje. Ahora mismo se había puesto todo blanco, como el lugar donde estaban. Por eso el capitán no lo había podido ver.
La civilización de Ka es la única existente en ese planeta. Se dedican a explorar el universo en búsqueda de otras formas de vida. ¡Son exploradores del espacio, igual que el capitán!
―NO hemos teNIdo buenas expeRIENcias con las civilizaCIOnes que hemos contacTAdo. ¡Los venuSInos nos declararon la GUERRA! Nosotros SOmos un pueblo MUY AMIGABLE. Nos ENCANTA hacer aMIgos. SOLO queríamos AYUDAR a los venusinos. PEro ELLOS inespeRADAmente nos declararon LA GUERRA. Nos llamaron INVASORES. YO estuve en esa expediCIÓN. Tuvimos que escapar. TRES de nuestros soldados se QUEDARON en Venus como prisioNEros. NO los hemos podido RESCATAR. ¡Me DA TANTA tristeza! ¡AUAUAUAUUUUU! ―Ka vuelve a llorar.
¡PUM!
Un fuerte sonido interrumpe el llanto de Ka, quien inmediatamente cambia su cara, de triste a preocupada.
―Tenemos que escondernos. ¡YA! ¡Sígueme! ―dice Ka.
Ka sale corriendo, pero el capitán vacila por unos segundos. No entiende lo que está pasando. Ka de repente parece desaparecer en la nada. En el extremo opuesto de la sala, el capitán ve una compuerta que se abre. De ella salen unos 6 hombrecillos con lo que parecen armas en sus manos. ¡Son selenitas! Son multicolores, de tonos brillantes como los edificios de la ciudad. La cabeza de un color, los brazos de otro, las piernas de otro… Pero son pequeños y delgados, a diferencia de lo que el capitán pensaba. No parece que lleguen a altura de la cintura del capitán. Sus cabezas son grandes, ovaladas y alargadas. Detrás de ellos viene otro hombrecillo del mismo tamaño, pero este es completamente de color verde, como el edificio donde está prisionero.
De repente el capitán Teo sale de su estupor cuando vuelve a escuchar a Ka llamándolo. Ve solo su cabeza asomando de algún lugar invisible. Corre hacia él. Ka lo toma por un brazo, lo alza en el momento en que el capitán siente que un rayo magnético lo jala hacia los selenitas.
―¡Ayúdame Ka! ¡No me sueltes!
La mano del capitán se resbala. No puede aguantar más.
―¡Ka! ¡Nooooooooo!
El capitán es arrastrado por el rayo color violeta. Va suspendido en el aire, sin poder hacer nada. Deja de forcejear cuando se da cuenta de que no no tiene sentido seguir luchando. Aguza la mirada y puede ver por un instante, la cabeza de Ka saliendo de ese extraño lugar que no puede ver. Luego Ka desaparece por completo. Todo se ve tan blanco como cuando llegó.
El capitán Teo es llevado por ese rayo a una sala también muy blanca y un poco más pequeña. El rayo lo sienta en una silla que parece tener vida. En cuanto se sienta, la silla, que a primera vista se ve muy pequeña, crece. Se adapta a su tamaño, saca unos brazos de los lados y… ¡Lo abraza! El capitán no puede moverse.
Una gran puerta se abre y el hombrecillo verde ingresa a la sala. El hombrecillo se detiene a una prudente distancia de la «silla» donde el capitán está atado.
―Lamento todas las molestias, capitán Teo. Es usted bienvenido. Todas estas medidas las tomamos por precaución. Sabemos quién es usted y nos complace que nos visite ―dice el hombrecillo verde, en una voz bastante baja.
«¡No parece!», piensa para sí el capitán, quien decide responder:
―Gracias por la bienvenida, aunque me siento bastante desconcertado. He sido arrastrado contra mi voluntad y amarrado aquí. No me hace sentir muy bienvenido. ¿Por qué razón? ¿Puedo saber quién es usted?
―Os ofrezco nuestras disculpas. Mi nombre es Selenón. Soy el líder del pueblo selenita. Hemos debido incrementar nuestras medidas de seguridad desde las amenazas del neptuniano. Necesitamos estar seguros de que usted no conspira junto a él para poderlo liberar.
―¿Conspira? Ka no es un conspirador. He hablado con él. Su nombre es KKBRNSTTTR. Él me ha dicho que es prisionero en este planeta y que vino con la intención de hacer amistad con ustedes.
―Nosotros pensamos que deseaba hacer amistad hasta que nos intentó atacar. Luego hablamos con los venusinos, quienes nos alertaron sobre los neptunianos. Tienen a tres de ellos prisioneros en su planeta. Ellos también nos han hablado de usted, Capitán, y de sus buenas relaciones ―en efecto, el capitán Teo había hecho contacto hace ya tiempo con los venusinos y tienen muy buenas relaciones. Él no entiende por qué podrían los venusinos haber reaccionado así frente a los neptunianos.
―El neptuniano ―continúa diciendo Selenón―, en realidad no es nuestro prisionero. Nosotros queremos que regrese a su planeta y que vivamos todos en paz, pero él se mantiene camuflado en su nave espacial. Continuamente se oculta o se comporta de manera hostil. Hace un mes lunar que estamos en estado de emergencia con el intruso en nuestra ciudad.
―¡Un mes lunar! ¡Eso es mucho tiempo! Son casi dos años y medio de la Tierra.
―Nosotros somos gente de paz. Nos tratamos con mucho respeto. El neptuniano ha tratado de tocarnos y amenazarnos con sus sonidos estruendosos. ¡Ha sido una inmensa ofensa a nuestra civilización! Ha sido el más largo tiempo de alerta en la Luna.
«Uhmmmmm. Aquí debe haber un malentendido», piensa el capitán. Dice:
―Si me lo permite, su alteza. Pienso que debe haber un malentendido. Ka me ha parecido una persona de paz. Tengo una hipótesis sobre lo que ha sucedido; le explico. Pero… ¿podrían soltarme antes?
El líder hace un gesto, la silla abre sus brazos y le ofrece enseguida, una deliciosa agua con un intenso olor a vainilla. ¡Ahora es un sillón muy cómodo, espacioso y servicial!
Desde lejos y en voz baja, el capitán Teo sigue hablándole a Selenón. Se ha dado cuenta de que los selenitas hablaban así. ¡Más aún! Se ha enterado de que para los Selenitas es una ofensa hablar en voz alta, acercarse mucho y abrazar. El capitán está empezando a entender ¡Los selenitas necesitan mucho espacio y silencio para sentirse bien!
El capitán le explica a Selenón que para los neptunianos, por el contrario, acercarse mucho y gritar es señal de amistad.
―¡Oooooooooh! ¡Qué diferentes a nosotros!
―Creo que puedo interceder para que todos nuestros pueblos seamos amigos ―afirma el capitán.
―¡Eso sería excelente, Capitán! ―dice Selenón con una tímida sonrisa.
―Entonces, ¡manos a la obra!
Así el capitán Teo consigue permiso para conversar con Ka y explicarle todo.
―¡NO LO PUEDO CREER! ¡SÍ PODEMOS SER AMIGOS DE LOS SELENITAS! !Y NOS AYUDARÁS TAMBIÉN A LIBERAR A NUESTROS AGENTES EN VENUS! ¡GRACIAAAAAAAAS AMIGOOOOOOOOOOOOOO! ―Ka abraza muy fuerte al capitán.
El capitán escupe algunos pelos de Ka que se le han metido en la boca por el abrazo. Sonriendo, dice:
―Me hace feliz poderlos ayudar, Ka. Debemos practicar un poco antes de hablar con los selenitas.
Así, el capitán le enseña a Ka cómo hacen amigos los selenitas. También, más tarde, les enseña a los selenitas cómo hacen amigos los neptunianos.
Cuando están listos, el capitán Teo y Ka son llevados a hablar con Selenón. Ka habla con la voz más baja que puede. Selenón, como el capitán le enseñó, le da a Ka el abrazo más fuerte que puede. ¡Ya son amigos!
―EJEmm… ―interviene Ka tímidamente― HAY-y-y UN-n-na cosa más. Traigo UN obsequio de nuestro LÍDER MAYOR. Es un POCO R-r-ruidoso… E-Espero que le guste, S-su altEZA.
Con lentitud, acerca el abrazumbador a las manos de Selenón. El líder de los selenitas ya se imagina lo que va a encontrar. Con los ojos cerrados, pero sonriendo, presiona el gran botón rojo:
―¡EAEAEAMIGOOO NEPTUNEPTUNEPTUAMIGOOOO! ¡EAEAEAMIGOOO NEPTUNEPTUNEPTUAMIGOOOO! ―dice una canción a TODO volumen, mientras unos mullidos y peludos brazos verdes salen del aparato para abrazar apretadamente a Selenón. Es el himno neptuniano de la amistad.
Todos ríen y cantan.
Días después, el general John Hernz está feliz de recibir al capitán Teo de vuelta en la Tierra.
―Ha cumplido una importante misión, Capitán. Desde hoy será nombrado Explorador Pacifista del Espacio. Gracias, en nombre del Comando Estelar, de los habitantes de la Tierra, de los selenitas, los venusinos y los neptunianos. Ahora nuestros pueblos son todos amigos y forman parte de la Comunidad Intergaláctica. Pero por favor, confiésenos Capitán, ¿Cuál es su secreto?
―Nada especial, mi General. Solo me gusta escuchar.
FIN.