Cuento Infantil 8+
Escrito por: Paula Sicard
De la colección: Peripecias Intergalácticas
Valores: Empatía, asertividad, cooperación y trabajo en equipo, diversidad, amistad.
Ilustración de Adriana Lessmann
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“Diez segundos para el impacto. Nueve, ocho, siete… ”
Esta cuenta regresiva es una de las cosas más aterradoras que los niños hayan escuchado. Algo ha salido muy, muy mal.
—Estoy seguro de que Mario está detrás de todo este desastre —dice Dragu con la garganta de color fuego—. ¡Les digo, esto no lo ha hecho un explorador del espacio!
—Dragu, debes tranquilizarte o vas a empezar a echar llamas por la boca —responde Kai, tratando de mantener la calma.
Dragu es joviano, como llaman a los habitantes del planeta Júpiter. Como todos saben, los jovianos tienen una larga cola y púas que bajan desde la cabeza hasta la punta de la cola. Dragu además, tiene un rebelde penacho de gruesos cabellos que le cuesta MUCHO peinar. No todos los jovianos tienen estos penachos, pero si hay algo que tienen en común es que echan fuego por la boca. El problema con Dragu es que a veces (bueno, muchas veces… Está bien, casi todas las veces), no lo puede controlar.
—Un incendio en la sala de simulaciones pondrá las cosas mucho peor. En unos segundos ese objeto volador misterioso explotará en mil pedazos y, con él, toda su tripulación. ¡Debemos hacer algo!
Después de decir esto, Kai corre por los pasillos de la estación espacial y detrás de él, los otros seis niños participantes de las famosas Prácticas de los Exploradores del Espacio.
Mientras corre con todas sus fuerzas, Kai siente que todo se pone en cámara lenta. El tiempo parece detenerse. En pocos segundos pasan por su mente, una tras otra, las imágenes de lo que ha vivido estos últimos días en la Escuela Intergaláctica, a donde, está seguro, no podrá volver nunca más.
Todo empezó hace una semana, cuando Máster Symon interrumpió la clase de tercer grado de la profesora Trimna…
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La profesora Trimna está explicando la fuerza gravitacional entre los planetas y las galaxias. Para ello usa el Modelo Orbitacional Intergaláctico. Tan solo presiona un botón y el salón parece trasladarse al espacio sideral en menos de un milisegundo. De repente desaparecen las paredes y el suelo. Todo se ha puesto negro, al tiempo que los rodean multicolores y brillantes planetas, estrellas, galaxias y constelaciones enteras.
Todos esos astros volando sobre sus cabezas han mareado a Temi. Está tan mareada que sin querer, su larga cola se ha empezado a mover en círculos y ha tumbado los libros de Dragu, quien no se ha dado ni cuenta porque queda siempre como hipnotizado cuando la profesora Trimna habla.
Temi es joviana, al igual que Dragu. Es una de las más bajitas de la clase y su cola, bastante larga para su tamaño, arrastra en el suelo cuando camina y en ocasiones se mueve por su cuenta. Temi pasa penas por su causa. Algunos niños se ríen de ella. Su inseparable hermana melliza Tami, que por el contrario es muy alta y fuerte, siempre la defiende, ¡como sea!
Mario empieza a señalar la cola de Temi conteniendo la risa. Tami está preparando disimuladamente la llamarada que echará a los cuadernos de Mario. Dragu está a punto de rayar la mesa, creyendo que va a escribir en su cuaderno…
En eso entra Máster Symon como un vendaval. Todos se detienen. La profesora le da la bienvenida amablemente. Enseguida Máster Symon contesta muy alegre.
—¡Buenos días profesora! ¡Buenos días, queridos alumnos! ¡Vengo a darles una excelente noticia! Como saben, todos los años antes de finalizar las clases hacemos las Prácticas de los Exploradores del Espacio…
Los niños comienzan a hablar al tiempo:
—¡El Torneo! ¡Yeiiii! —dice Rov con picardía. Rov viene del planeta enano Plutón. Allá todos son de baja estatura, tienen la piel gris, la cual contrasta con sus cabellos que siempre son de colores muy vivos. La larga melena de Rov es rojo chillón y normalmente la lleva bastante despeinada. Él es uno de los niños más estudiosos de la clase, ¡y también de los más bromistas! Cuando no está leyendo hace chistes y cuando no hace chistes, está leyendo.
—Sabes que no es un torneo, Rov. Es un simulacro —corrige Rossy, elevándose en el aire. No lo puede evitar, le pasa siempre que se molesta.
—¿Ya tiene los nombres, Director? —pregunta Juno.
—¡Estamos seguras de que estaremos en la lista! —aseguran al tiempo Tami y Temi.
—Hagan silencio, ¡maleducados! No dejan hablar al Director —dice Mario enfadado. Mario es también muy estudioso, especialmente de todo lo que tiene que ver con los exploradores del espacio. Pero a diferencia de Rov, nada le hace gracia y no se lleva muy bien con los niños del salón… Especialmente con Kai.
La profesora Trimna sabe muy bien cómo controlar estas revoltosas situaciones. Ella domina como nadie las artes del polvo cósmico de la galaxia enana de Pegaso, de donde proviene al igual que Rossy. Sin esfuerzo se alza más que de costumbre, flotando en el aire. Sus largos y negros cabellos parecen mecidos por una suave e imperceptible brisa, sus ojos cambian de negro a un verde brillante e hipnotizador. No dice ni una palabra. Con una ligera sonrisa levanta gentilmente la mano derecha y ¡Voilá! Todos hacen silencio en el acto.
Dragu queda de nuevo hipnotizado mirando a su profesora y… enseguida empieza a sudar. Aprieta la boca, de la que sale humo. Su garganta se torna color fuego (si no se tratase de Dragu se vería realmente aterrador, ¡pero él es tan gracioso!). Aprieta los labios y se empieza a hinchar aguantando la respiración. “¡No puedo explotar esta vez!” Mientras más lo piensa, menos puede aguantarse. Saca el “cortafuegos” que inventó, pero no con la rapidez que necesita…
¡Puffff!
Esta vez, por suerte, Kai, que está ya acostumbrado a los “accidentes” de Dragu, ha levantado el cuaderno a tiempo.
—Dragu, de verdad, no sé cómo te puede pasar esto con TODAS las chicas. ¡Hasta con la profesora! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! —susurra Kai divertido.
La piel de Dragu retorna al color rojo de siempre, quien por fin respira, se encoge de hombros y dice:
—Tengo que mejorar mi técnica con el cortafuegos. ¡Shhhhh! Máster Symon dará los nombres de los finalistas.
—Como les decía, este año ha sido muy especial. Han tenido TAN BUENAS calificaciones que por primera vez dos equipos de esta escuela van a viajar a la Estación Espacial Intergaláctica de Exploración, la INTEXPLOR. Nos acompañarán, claro está, algunos de los más conocidos exploradores del espacio.
—¡Bravoooooo! —aplauden todos muy emocionados.
—Ojalá nos acompañe Ka. ¡Es mi explorador favorito! —dice Tami con emoción.
—¡Y el capitán Teo! —replica Dragu.
—Entonces, si hay dos equipos, esta vez sí habrá un torneo —insiste Rov.
—Esta no es una competencia, Rov. Se necesita mucha cooperación y trabajo en equipo. Los verdaderos exploradores COLABORAN. Esto es para aprender lo que hace un explorador del espacio. La idea es que se ayuden y no que compitan unos contra otros. ¿Queda claro, chicos? —pregunta Máster Symon.
—Siiiiii, Máster Symon —responden todos juntos.
—Por cierto, Ka, del planeta Neptuno, será el explorador a cargo. El capitán Teo está en la Tierra en una asignación especial. No podrá acompañarlos.
Se escucha al mismo tiempo:
—¡Yeiiiii!
—¡Noooo!
—Calma, calma niños. Ahora sí, los nombres de los ocho afortunados:
Todos hacen silencio. No se escucha ni el ruido de un mini-moscardón saturnino. Máster Symon saca de su bolsillo un pequeño dispositivo con botones de colores, apunta a la pizarra y presiona el botón azul cada vez que menciona un nombre. En la pizarra se ven las imágenes en vivo de los alumnos seleccionados a medida que los va nombrando. Todos esbozan su mejor sonrisa. Dragu acomoda su penacho.
—Rossy Pegasus… Tami Jupino… —se oyen aplausos y silbidos a la vez que Máster Symon va nombrándolos uno a uno— Temi Jupino… Rov Plutarco… Juno Torogón…
Juno está tan feliz que empieza a bailar tap. El salón retumba, las paredes se mecen. Los dragotáurodos como él, del planeta CL-Tau-b, son gigantes, con cabezas de toro y púas de dragón. ¡Se ven terroríficos!, pero realmente son adorables.
Máster Symon voltea hacia Juno y dice con suavidad:
—Ya habrá tiempo para celebrar, Juno. Continúo: Dragu Jupteri… Kai Marcian…
Kai y Dragu chocan las manos. Están felices de ir juntos. No solo son mejores amigos. Ambos sueñan con ser exploradores del espacio, ¡y más! ¡Viajar a la INTEXPLOR en El Cohete! ¡Qué experiencia única!
—Falta un nombre —Kai le hace señas a Dragu— ¡Que no sea él, que no sea él! —susurra entre dientes.
—Y… Mario Mércuro. Felicitaciones a todos. ¡Un aplauso! —celebra finalmente Máster Symon.
—¡Tenía que ser él! —se lamenta Kai. Su sonrisa acaba de borrarse.
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A la hora del recreo, todos hablan emocionados de las prácticas en la estación espacial. Rov no deja de llamarlo “Torneo” y Rossy, que todavía está aprendiendo a manejar las artes del polvo cósmico, cada vez flota más alto cuando corrige a Rov. Ella parece una versión en miniatura de la profesora Trimna, con su piel blanca como la nieve, sus larga cabellera negra que se mece en el aire y sus ojos que cambian de color negro a azul eléctrico cada vez que flota.
Tami y Temi se ríen de Dragu, que las está evitando porque ha olvidado su cortafuegos en el salón. Dragu es un excelente inventor. Hace dispositivos muy ingeniosos que siempre lleva con él en su bolso, como el cortafuegos, que usa para apagar el incendio cada vez que tiene un “accidente”. ¡Lo más curioso de sus inventos son los nombres que les pone! Así ha hecho el “código ábrete sésamo”, el “desaparece-vegetales asquerosos”, el “espejo espejizador”… ¿Te puedes imaginar para qué sirve cada uno?
Tami y Temi ponen a Dragu muy nervioso. ¡MUY nervioso!
¡Pufffff!
Una muñeca voladora que está pasando justo frente a Dragu queda bastante chamuscada.
—¡Profesoraaaaaaaa! Dragu ha quemado a Peggy, ¡OTRA VEZ! —Tami grita.
—¿Por qué eres tan soplona? —se queja Dragu entre dientes.
—¿Soplona? Ya verás, te voy a dar tu merecido.
¡Tami sí que sabe echar fuego por la boca! Está a punto de quemar los gruesos y despeinados cabellos del penacho de Dragu, quien de repente, nervioso como siempre, echa sin querer otra llamarada que alcanza el bolso que Mario lleva en su espalda.
Mario no se da cuenta de que algo en su espalda está prendido en fuego. Kai observa divertido pero sabe que debe ayudar. Sale corriendo, le quita el bolso a Mario de un jalón, lo tira al suelo y comienza a pisarlo para apagarlo.
—¿Qué te pasa, pelo de alga marciana? Has arruinado mi mochila. Ahora tendrás que pagarla o te acusaré con el Director.
—No pagaré nada, malagradecido. ¡Te he salvado! —responde Kai muy molesto. Odia que le hagan burlas por el color verde de su pelo.
Mario se pone de un color más naranja de lo normal. Se quita el gorro, la bufanda, la chaqueta, la sudadera y el suéter. Su planeta, Mercurio, es muy caliente y en esta escuela siempre tiene frío.
—Ven, ¡vamos a arreglar esto! —dice apretando los puños en posición de pelea.
Kai se pone en guardia.
De repente, a toda velocidad se acerca Máster Symon montado en su volaneta. Su cabello castaño, largo hasta los hombros, se agita rápidamente. Viene a detener la riña. ¿Quién diría que un director usaría una volaneta? Pero no te confundas, es un señor muy divertido pero también puede ser muy serio a la hora de poner carácter.
—¿Les acabo de dar la mejor noticia del año y en lugar de estar celebrando los veo en estas? No quisiera que se pierdan el gran evento por mala conducta —dice Máster Symon muy, MUY molesto—. Muchas veces hemos hablado de esto. Estaré observándolos y, a la siguiente cosa que suceda estarán fuera de las prácticas. Para ser exploradores hay que colaborar y aceptarse. Quizás ustedes no estén preparados para esto…
—Director, le demostraremos que sí estamos listos. Se lo prometo. Por favor, discúlpenos. No volverá a pasar —Kai implora preocupado.
—Espero que reflexionen. Son grandes chicos. Que sus peleas no los alejen de cumplir sus sueños —Máster Symon toma su volaneta. A toda velocidad se dirige a su oficina, que está en lo más alto de los puntiagudos edificios administrativos de la escuela, al lado del gran estadio de Rockabol. Se eleva tan alto que parece un puntito en el cielo. El tope del edificio se abre como una tapa, Máster Symon entra. Desde ahí tiene una vista estratégica de todo lo que pasa en la escuela. ¡No se pierde un detalle!
—Cuando volvamos de las prácticas hablaremos —dice Mario mirando a Kai, con sus puños aún apretados.
—En la INTEXPLOR nos vamos a ver. Allá sabremos quién es el mejor —contesta Kai retando a Mario.
—Lo sabremos, sin duda —Mario se da la vuelta y regresa al aula. Está tan molesto que se le ha olvidado ponerse sus abrigos de nuevo.
Los escudos en las camisas de los uniformes empiezan a dar la señal de que el recreo ha terminado. Algunos vibran, otros hacen luces, otros, un sonido que solo quien los usa puede escuchar. Hay para todos los tipos de habitantes de la galaxia. Así por ejemplo, los selenitas, a quienes no les gustan los ruidos fuertes pero sí los colores llamativos, suelen escoger los escudos que hacen luces. Los roncadores prefieren los escudos vibradores, y así.
Todos deben regresar.
—¡Te lo dije, Rossy! ¡Tendremos torneo! —bromea Rov mientras camina hacia su aula.
—No tienes remedio, Rov —dice Rossy llevándose las manos a la cabeza mientras vuelve flotando al salón.
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Ha llegado el gran día. En la plataforma de lanzamiento de la Escuela Intergaláctica están los ocho niños en fila. Parecen verdaderos exploradores del espacio, con sus uniformes plateados y esos cascos redondos. Sus familiares y amigos más cercanos están presentes. Banderillas de la escuela, globos, pancartas, pitos y papelillos de polvo cósmico vuelan sobre las cabezas de los asistentes. ¡Es una gran fiesta!
El director de la Escuela Intergaláctica, también en su traje plateado, invita a los ocho niños a abordar “El Cohete”. Se llama así porque tiene la forma de las naves que antiguamente usaban los terrícolas para viajar al espacio. Claro que es mucho más rápido y silencioso. Durante el viaje, El Cohete va desprendiendo sus partes, que vuelan de vuelta a la pista de despegue. Queda solamente la pequeña cápsula donde van los pasajeros. Esta se conecta con la INTEXPLOR y los espera para regresar a casa.
—Ha llegado la hora de partir a nuestra aventura, mis queridos aprendices de exploradores —dice Máster Symon emocionado. Usa su pulsera amplificadora de voz para que todos puedan escucharlo.
Los nombra uno a uno a medida que van abordando la nave espacial. Todos aplauden mientras los niños se despiden. ¡Es el evento más importante de sus vidas!
—¡Nos vemos en tres días! —Máster Symon se aleja del público y aborda El Cohete.
“Diez segundos para el despegue. Nueve, ocho, siete…”
Esta cuenta regresiva es una de las cosas más emocionantes que los niños hayan escuchado. ¡Empieza la aventura!
El Cohete llega rápidamente a la sofisticada y moderna INTEXPLOR. En cuanto se abre la escotilla reciben la primera sorpresa:
Mario encabeza la fila para desembarcar. Se acerca a la salida. De repente siente que algo invisible le impide caminar. Se detiene de sopetón. Todos, que vienen tras él, chocan unos con otros. Todos menos Juno, que se ha quedado atrás distraído mirando por la ventana. Cuando se da cuenta de que está solo, avanza rápidamente. Choca a toda velocidad con su enorme cuerpo, contra el ya estropeado grupo. ¡Zaz! ¡Todos al suelo! Mayor desastre.
Se oye una risa estruendosa. ¡Los niños se asustan! Máster Symon observa desde atrás. Adivina lo que ha sucedido:
—Niños, les presento a Ka. Uno de los mejores y más bromistas exploradores del espacio. Vamos, Ka. No los hagas sufrir más.
—¡JAJAJAJAJAJAJA! ¡BIENVENIDOS A LA MARAVILLOSA Y SIN IGUAL INTEXPLOR, PEQUEÑOS EXPLORADORES! —El verde y peludo Ka aparece frente a ellos como por arte de magia. Los neptunianos son cíclopes muy grandes, amistosos y MUY ruidosos. También pueden cambiar de color para camuflarse con el entorno. Imposible darse cuenta de que lo que les ha impedido avanzar es, nada más y nada menos que ¡El famoso y amigable Ka!
La voz grave de Ka resuena en la pequeña cápsula de donde aún no han salido. Tami se ha quedado muda (y sorda también, pero no le importa). Tiene a su ídolo de toda la vida justo al frente.
—LOS LLEVARÉ A SUS CAMAROTES PARA QUE DEJEN SUS COSAS Y DESPUÉS NOS REUNIREMOS PARA LA CENA DE BIENVENIDA. ¡HEMOS PREPARADO SUS PLATOS TÍPICOS! ¡YA QUIERO COMER LA LUPASAÑA MARCIANA! ¡MMMMMMMMM!
—¡Qué viaje tan perfecto! —dice Kai saboreándose. Su azulada piel se pone de color más intenso de la alegría.
¡Perfecto viaje, sin duda! Los dormitorios son también todo lo que Kai esperaba. Se han dispuesto dos camarotes: uno para los niños y otro para las niñas. Colgados al lado de las camas literas hay afiches con las fotografías de los exploradores en su juventud. Ellos también durmieron ahí alguna vez cuando estaban en sus entrenamientos.
“Un día mi foto estará en una de estas paredes, al lado de la del Capitán”, Kai piensa ilusionado. El capitán Teo se ve muy gracioso en esa foto con el cabello largo que casi le tapa los ojos.
Cada uno escoge su cama. Kai, por supuesto, escoge la del capitán Teo. Dragu y Rov hacen una carrera por la de Ka. Dragu se queda con ella. Guardan sus maletas en el mueble contiguo a sus literas y salen corriendo al comedor. Todos han salido menos Mario, quien saca de su bolso un mapa de la estación que cogió de la biblioteca. Marca con una X los lugares que ha recorrido. “La sala de operaciones no queda muy lejos”, piensa. Ya quiere ver todos los rincones de la estación.
En el comedor, Máster Symon y Ka los esperan de pie. Cuando todos se han sentado, Ka dice con emoción (como ya has visto, Ka dice todo con mucha emoción).
—¡Y AHORA, LA GRAN PRIMERA SORPRESA!
Ka alza su mano derecha. Aparece frente a él una pantalla con figuras, palabras y números en color magenta. Marca lo que parece un código y ¡Voilá! El techo del comedor se abre, dejando a la vista una gran ventana por la que pueden ver el espacio a su alrededor.
—¡Ohhhhhhh! —exclaman con asombro todos los niños al unísono.
La luz del Sol hace brillar los planetas cercanos: Venus a lo lejos, se ve diminuto. La Tierra, un puntito azul. Júpiter en cambio, se ve imponente con sus franjas de color blanco, naranja y café. Al otro lado, Neptuno resalta por su color azul intenso y los anillos de Saturno brillan como diamantes. A lo lejos titilan las galaxias más lejanas. ¡Es alucinante!
—¿Por qué no se ven naves volando cerca de nuestra estación? —pregunta Rov con curiosidad.
—ERes MUy OBservaDOR, Rov. MUY buena PREGUNta —Ka hace un esfuerzo por bajar el volumen de la voz—. ES DEBIdo a los protocolos de seguridad de la INTEXPLOR. ESTÁ PROhiBIdo que naves NO autorizadas por los exploradores puedan volar a, AL menos DOS Unidades Astronómicas de la ESTACIÓN. Eso es DOS veces la distancia de la tierra al Sol. SOLO verán los planetas, satélites cercanos y las NAVES que hayan sido autorizadas.
Máster Symon interviene:
—Antes de empezar sus comidas, compartiremos el programa de actividades.
Tami golpea disimuladamente a Dragu, quien deja caer de su mano un panecillo que había tomado de la bandeja.
Máster Symon procede a dar las instrucciones generales y luego le da la palabra a Ka, quien se tarda ¡UNA HORA! explicando con mucha emoción, como siempre. Les habla de cada botón, de los nombres de los equipos, les da recomendaciones para encontrar los planetas… Kai, Tami y Rov escuchan con mucha atención. Mario mueve su cabeza aprobando cada palabra de Ka. Dragu se muere de hambre, no puede pensar. Rossy intenta contener la risa por los ruidos de la panza de Juno que resuenan en toda la sala. La voz tan fuerte de Ka arrulla a Temi, quien casi se queda dormida.
—ME ENCARGARÉ DE QUE SE DIVIERTAN. USTEDES SON MI PRIMER GRUPO. ¡PROCURARÉ QUE SEA INOLVIDABLE PARA TODOS! —dice Ka para cerrar su charla. Temi se despierta de un salto. Todos ríen disimuladamente.
—Para finalizar —agrega Máster Symon—, cuando terminen las actividades haremos la reunión de premiación y celebración. También los pasearemos por la sala de operaciones en vivo. Podrán ver a los exploradores del espacio en acción.
—¿Solo hasta el último día? No nos dará tiempo de ver las naves, las armas, los controles, los dispositivos de defensa, los trajes de guerra, los vehículos planetarios… —Mario no termina de enumerar.
—Verán muchas cosas —contesta Máster Symon—. Se los prometo. Debo aclarar que algunas de las cosas que nombras son peligrosas y no están permitidas para niños de tercer grado. Tú más que nadie, Mario, conoces el objetivo de esta primera experiencia.
Mario se siente defraudado. Él ha estudiado TODO sobre los exploradores y la INTEXPLOR. Piensa que está preparado para mucho más de lo que dice el programa.
—Pero, Máster Symon, usted sabe que yo conozco de esto mucho más que mis otros siete compañeros. Quizás puede hacer conmigo una excepción…
—Mario querido, una cosa a la vez. Primero vamos a cumplir con sus actividades. Dependiendo de los resultados podremos compartir una sorpresa para TODOS. Otra cosa muy importante que deben recordar es que este es un trabajo de equipo. Estoy seguro de que con tus conocimientos harás muy buenas contribuciones y conseguirán tener una muy buena sorpresa.
Mario se calla pero no se le ve muy convencido. Él está dispuesto a demostrar que sabe más que sus compañeros y que merece ese premio.
Los niños aplauden (todos excepto Mario, que sigue estudiando en su mente el mapa de la INTEXPLOR). Disfrutan por fin la deliciosa cena y se disponen a dormir pronto.
Mañana será un largo y agotador día.
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La estación inicia operaciones desde muy temprano. Por supuesto, los niños no son la excepción. A las seiscientas horas empieza el movimiento. Los altoparlantes dan el parte del día:
“Reunión de exploradores inicia a las ochocientas”. “Prácticas de la escuela Intergaláctica a las ocho treinta”. “Prueba de sistemas de defensa ha sido reprogramada para el día tercero a las veinte horas”…
¡Todos están muy emocionados!
Las niñas se alistan rápidamente. En el cuarto de los niños se han levantado también con el primer anuncio. Todos menos Juno que al parecer sueña con el desayuno:
—¡Mmmmm! tostadas de roca lunar con sirope neptuniano —Juno se sienta. Aún tiene los ojos cerrados. Toma la mano de Kai, que cuelga desde la litera de arriba. Juno está a punto de dar el mordisco cuando Kai grita. Juno se despierta de un brinco y se golpea en la cabeza, tumbando a Kai de su cama.
La habitación se llena de risas. Ahora sí están todos despiertos.
Dragu busca su bolso. Desea sacar su cortafuegos. Se da cuenta de que está abierto. ”Soy un despistado”, se regaña. Mete la mano, palpa sus cosas rápidamente. “Creo que todo está en orden“. Con prisa, saca el cortafuegos que mete en su bolsillo.
Después de un relajado y delicioso desayuno, Ka lleva a los niños a sus salas de simulación. Deben caminar por un largo y angosto pasillo. Pasan al lado de varias puertas de diferentes formas y colores. Cada una tiene una pequeña pantalla a su derecha. Estas pantallas tienen formas geométricas. Son iguales a la puerta que les corresponde: circulares, rectangulares, triangulares… En esos paneles, los exploradores deben marcar las claves (y/o poner alguna parte del cuerpo) para entrar. Sin duda, es un lugar de altísima seguridad.
El pasillo aún se pierde de vista. Se detienen frente a las puertas siete y ocho.
—¡HEMOS LLEGADO! AQUÍ ESTÁN: LAS PUERTAS GEMELAS —señala Ka. Ambas puertas tienen forma de arco y son de colores amarillo y naranja, respectivamente. Están una al lado de la otra.
Ka marca un código y pone una oreja en uno de los paneles de control. En el otro, abre la boca y exhala. Las puertas se abren. Estas son réplicas de la nueva y moderna sala de operaciones de la INTEXPLOR. Hay pantallas, botones, gráficos y luces de colores en todas las paredes. En el centro hay una silla de coordinación y un mapa virtual de la galaxia que da acceso al archivo general. Los controles de vuelo están al frente, donde hay también una gran ventana, o más bien una pantalla que muestra imágenes del espacio mientras el simulador está operativo. Cuando el simulador está apagado pueden admirar la vista del espacio en tiempo real.
—¡TODO ESTÁ LISTO! POR CADA RESPUESTA CORRECTA GANARÁN PUNTOS! Pueden llamarme para pedir ayuda usando este botón rojo. PEEEEERO SI LO HACEN, ¡LOS DOS EQUIPOS PIERDEN PUNTOS! Les recomiendo que si tienen dudas, primero pregunten al otro equipo antes de llamarme y así ¡GANARÁN PUNTOS PARA TODOS! ¡A COMENZAR! —Ka se despide y los invita a entrar.
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Kai, Dragu, Tami y Rov han sido designados como el equipo Uno. Temi, Mario, Rossy y Juno son el equipo Dos. Cada grupo entra a su respectiva sala.
El equipo Uno se divide las tareas. Kai y Rov investigarán en el sistema de archivos para identificar los planetas donde pueden encontrar civilizaciones. Dragu y Tami estudiarán los controles de vuelo y los equipos de exploración planetaria.
—¡Cuidado Tami! Este es el botón de eyección —advierte Dragu.
—Es el de despegar, “Dragosordo”. Se nota que no escuchaste las instrucciones de Ka —Tami voltea los ojos.
—¿Se-seg-gura que no es el de eyección? —Dragu aprieta el cortafuegos en su bolsillo.
Kai y Rov no reparan en la discusión. Están absortos estudiando el mapa intergaláctico. Deben encontrar señales de vida en las galaxias. Colocan las variables de selección. El mapa se ilumina. Rov escribe algunas cosas más en el sistema. Los miles de puntos que brillan en la pantalla se van apagando hasta que quedan solamente dos.
—Que ¡ES para DES-PE-GAR! —Tami insiste.
Kai interrumpe la acalorada conversación justo a tiempo. La garganta de Dragu está cambiando de color.
—¡Chicos! Tenemos dos planetas finalistas: uno en la galaxia NGC 6753. El segundo es en la Galaxia Palo de Hockey.
Tami y Dragu dicen al tiempo:
—¡Vamos al Palo de Hockey!
Se miran con sorpresa. Tami se sonroja. Dragu tose con disimulo y expulsa una pequeña bocanada de humo.
—Por fin se han puesto de acuerdo en algo. ¡Jajajaja! —Kai ríe— ¿Qué dices, Rov? ¿Vamos a la galaxia de Palo de Hockey?
—A la galaxia de Palo de Hockey vamos, pues. ¡Creo que vamos a ganar este torneo! Por cierto, esa es una galaxia irregular, también llamada NGC 4656 y pertenece a la constelación de Los Perros Cazadores o Lebreles. Se piensa que…
—Okey, okey —interrumpe Tami— No hay tiempo que perder.
—P-pero…
—¡Vamos! ¡Vamos! —insiste Tami—. Guardas en esa cabeza mucha información sin importancia, Rov.
Rov hace silencio. Está triste por el comentario de Tami.
Están por despegar, cuando inicia nuevamente la discusión sobre los controles de la nave.
—De verdad no estoy seguro de que este botón sea para despegar —insiste Dragu.
—Yo tampoco —contesta Kai.
—¿Desean preguntar al otro equipo? Seguro que Mario sabe. Él dice que conoce todo de la INTEXPLOR —propone Tami.
—¡Ni que los Centauros Galácticos nos ataquen! ¡No le preguntaremos nada! —sentencia Kai.
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Mientras tanto, las cosas avanzan de una manera un tanto diferente en el equipo Dos.
Mario ha distribuido las tareas:
—Juno, tú investigarás en el sistema de archivos. Temi y Rossy, ustedes se encargarán de los controles de vuelo.
Mario se ha sentado a seguir estudiando el mapa de la INTEXPLOR, que ha ido llenando de marcas de diferentes colores. Ha actuado de manera sospechosa desde que llegaron a la estación, silencioso, leyendo y marcando el mapa que lleva con él a todas partes. A veces murmura cosas inentendibles. Los niños se preguntan qué tiene entre manos. Si tan sólo lo supieran…
Todos trabajan por un buen rato, silenciosos y concentrados en sus tareas.
—Mario, he encontrado un planeta muy interesante en la Galaxia Centauro A. ¡Creo que debemos ir! —dice Juno muy orgulloso de su hallazgo.
—¿No son de ahí los Centauros Galácticos? Me da un poco de miedo —dice Temi.
—No seas miedosa, Temi. Este es un simulador. Nada nos pasará —responde Mario.
—Pero…
—No se diga más. Vamos a Centauro A —ordena Mario.
—No te preocupes, Temi —Rossy consuela a Temi y se dirige a sus otros dos compañeros—. Tengan en cuenta que aunque sea una simulación podemos perder puntos si lo hacemos mal.
—Tienen razón, chicas —dice Juno—, pero quizás los Centauros Galácticos son unos incomprendidos como nosotros, los Dragotáurodos, lo fuimos una vez. Además, la civilización que vamos a buscar está lejos de la base de los Centauros Galácticos.
—Como digan. Vamos, pues —asiente Temi, no muy convencida.
—Mario, vamos a despegar. Temi y yo seremos tus copilotos —dice Rossy.
—Eh… eh… Aún estoy estudiando algo muy importante en este mapa. Háganlo ustedes. De todas maneras, ya yo sé todo eso. Ustedes pueden aprovechar para aprender —Mario no levanta la mirada del mapa.
Rossy, sin querer, se eleva del suelo. Toma los controles de vuelo junto con Temi.
El equipo Dos inicia el viaje en busca de vida por descubrir en la inmensa galaxia.
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El equipo Uno no ha arrancado motores. Siguen sin ponerse de acuerdo. Mientras Tami habla, Dragu está acercando lentamente su mano al gran botón rojo que resalta en el centro del panel de control. Vacila un poco. Rov se aproxima rápidamente y, tocando gentilmente el brazo de Dragu, lo detiene justo cuando se dispone a llamar a Ka.
—Si pueden darme un minuto, yo sé cuál es el botón de despegue.
—¿Por qué no lo habías dicho antes? —se enfada Tami.
—No me dejaste hablar, Tami. Es el botón que tú dices. Despeguemos —responde Rov con seriedad.
Tami obedece en silencio. Siente un poco de vergüenza, pero no le dice nada a Rov.
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En la cabina de control, Máster Symon y Ka están pendientes de los avances.
—Los dos grupos han iniciado el viaje de exploración casi al mismo tiempo ¡Bien! —exclama Máster Symon.
Ka no está tan optimista esta vez. De repente ha sentido un mal pálpito sobre estas simulaciones. Sus premoniciones raramente están equivocadas, pero prefiere no decir nada… por ahora.
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El simulador del equipo Uno indica que han llegado al Palo de Hockey. Dragu y Tami han resultado excelentes pilotos.
Como Rov señaló, el Palo de Hockey es una galaxia irregular, también llamada NGC 4656. Es alargada y el brillo de sus estrellas reflejan un intenso color azul. ¡Es alucinante! Esa galaxia pertenece a la constelación de Los Perros Cazadores o Lebreles. Lo que Tami no le dejó decir a Rov es que el nombre de la constelación se debe a que se sospecha que ahí podría vivir una civilización de… precisamente… ¿Puedes adivinar qué tipo de habitantes?
—Estamos en posición para iniciar la búsqueda de vida inteligente —dice Tami.
—Activando los equipos de exploración —Dragu adora manejar estos equipos y sueña con inventar más de estos cuando sea mayor.
El equipo Uno avanza en la simulación. Todo parece indicar que encontrarán vida en ese asteroide. Están muy atentos. Acercan las cámaras lentamente.
—Detectamos señales de vida en uno de los asteroides cercanos. Vamos a aproximarnos —Rov les da a Tami y Dragu las coordenadas del asteroide. Se acercan manteniendo una distancia prudencial.
—Ahora debemos seguir el protocolo de contacto con mucha precaución —anuncia Kai— El primer paso es observar a distancia. Dragu, por favor activa los detectores de movimiento y las cámaras infrarrojas.
De repente ven dos figuras caninas de color gris pálido que caminan erguidas. Tienen unas pequeñas alas en sus espaldas, largos hocicos y seis extremidades: dos en la parte superior, dos que salen de sus costados y otras dos más gruesas con las que caminan.
—¡Yeiiiii! ¡Los encontramos! —celebran los cuatro.
—¡Se parecen a los lobos jovianos! ¡U-u-un momento! Los lobos jovianos no tienen esas garras. Tampoco esos d-di-dientes… ¡Oh no! ¡Vámonos de aquí! —Dragu se ha asustado al ver que uno de ellos ha sacado unas largas garras de sus cuatro brazos. Al mismo tiempo dos colmillos como dagas han salido de su labio superior— Esas uñas y esos colmillos no estaban ahí cuando los vimos la primera vez, ¿verdad?
—Tranquilo, Dragu. Estamos a una distancia segura. Debemos investigar más. Todo indica que son seres inteligentes —afirma Kai para tranquilizar.
—Parece haber algún tipo de tecnología desarrollada en ese asteroide —dice Rov observando con curiosidad los archivos del sistema—. Dragu, quizás no sean tan peligrosos como se ven… ¡AAGHGGGGGH!
—¡AAGHGGGGGH! —gritan todos.
La cara de una especie de lobo gigante aparece ocupando toda la pantalla del simulador. ¡Está sobre la nave!
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Al mismo tiempo, el grupo Dos ha hecho su parte. Se acercan a la galaxia Centauro A. Temi y Rossy han guiado el simulador con gran destreza.
Este es uno de los puntos más brillantes del firmamento. El destello blanco es tan intenso que los niños deben entrecerrar sus ojos. Es un lugar majestuoso, aunque un poco aterrador también. Esta galaxia tiene forma de disco pero además se cruza con otra que tiene forma de espiral. En realidad ha chocado con ella y la está absorbiendo… O eso parece. Por eso la llaman “Galaxia Caníbal”. Se sospecha que esa colisión no ha sucedido por causas naturales y que los temibles Centauros Galácticos han tenido que ver con ella y con la formación del agujero negro ubicado cerca del centro de Centauro A. Todo indica que está absorbiendo parte de ella y que continuará haciéndolo hasta que desaparezca por completo. Esto, por supuesto, como todo en el universo, podrá tomar millones de años más.
Juno ha identificado el punto exacto dónde investigar. Mario sigue examinando el mapa.
—Bien, Mario. Ya es hora de que iniciemos contacto. Un poco de ayuda nos vendrá bien —dice Temi.
—Un momento. Continúen ustedes. He encontrado una información importante en el mapa de la INTEXPLOR. Debo buscar en el archivo —con el mapa en la mano, se levanta y trata de tomar el puesto de Juno—. Con permiso, Juno.
Mario no parece prestar atención a la actividad y sus compañeros se impacientan.
—¡De ninguna manera! —Rossy lo detiene por un brazo—. Somos un equipo y debes colaborar.
Mario se sacude.
—Tú y tu estúpida navegación de mentira no me van a detener. Tengo cosas más importantes por hacer que todo esto.
La insolencia de Mario ha enojado a sus amigos. Temi, sin pensar, levanta su larga cola y detiene a Mario en seco. Juno se levanta ¡Se ve más alto que nunca! Su boca echa humo. Mario tiene que voltear su cabeza hacia arriba para poder mirar a Juno a la cara.
—No me asustan. Tú con tu cola inútil y deforme. Ni tú con tu tamañote, “bailarina de tap” —Mario no mide sus palabras…
En un dos por tres, Juno alza a Mario por el pecho, quien patea indefenso en el aire. Temi y Rossy abren la puerta del simulador. Juno lo echa afuera.
—¡No te necesitamos! ¡Anda con tu mapa a otra parte! —Temi sonríe a sus amigos y presiona de nuevo el botón que cierra la puerta.
Han dejado a Mario fuera del simulador. Los tres celebran y chocan sus manos.
—¡Ya era hora! —dice Rossy.
—Creo que debemos presionar el botón para llamar a Ka —propone Juno. Temi asiente con la cabeza.
—¡Un momento! ¡Tengo una idea! Ka nos dijo que antes de presionar el botón, podemos llamar al otro equipo. ¿Por qué no nos unimos a ellos? Además, sumamos puntos para todos.
—Creo que tienes razón, Rossy —responde Juno— ¡Vamos!
Los niños abren la puerta nuevamente. Se ponen en guardia para defenderse de Mario. No se ve rastro de él. Se encogen de hombros y corren a la puerta contigua.
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La escena en la sala del equipo Uno es tragicómica: la cara de una terrorífica criatura en la pantalla, los cuatro niños dentro de la sala gritando… y los tres que están entrando, ¡también!
—¡AAGHGGGGGH!
Kai es el primero que deja de gritar. Ahora ríe. En pocos segundos los siete niños están riendo. Retorna la calma a la sala. Dragu apaga la pantalla del simulador por un momento. Ahora tienen una mejor vista de los alrededores de la INTEXPLOR: el azul Neptuno, Júpiter imponente, los brillantes anillos de Saturno y su relajante movimiento, el firmamento brillando en todo su esplendor… La hermosa vista ayuda a apaciguar los ánimos.
Kai pregunta, aún riendo:
—¿En qué podemos ayudarlos, chicos? ¿Tienen alguna pregunta? Aquí lo tenemos todo bajo control. ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja!
Todos ríen de nuevo.
—Y Mario, ¿por qué no ha venido? —continúa diciendo Kai.
Los tres niños cuentan lo sucedido y dicen que desean unirse al grupo Uno.
—No tenemos ni idea de dónde está Mario —dice Juno.
—¡Ni nos interesa! —agrega Temi.
—El manual del aprendiz de explorador no prohíbe que los grupos colaboren. Yo creo que podemos trabajar juntos. ¿Entonces no habrá torneo? —bromea Rov.
Rossy esta vez no se eleva en el aire.
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Entretanto Mario, haciendo uso de su mapa, ha llegado a la antigua área de operaciones. Encuentra una puerta doble de color gris. Mario sabe que esa sala está cerrada por remodelación. Saca de su bolsillo un pequeño dispositivo hecho con piezas de reciclaje. El diminuto aparato hace un leve “bip, bip, bip”, mientras en la pantalla aparecen en rápida secuencia, muchos símbolos y números. Los números y los “bips” se detienen. La compuerta se abre.
—Dragu no ha debido traer sus inventos prohibidos a la estación —Mario habla para sí, sonríe con malicia y entra a la desocupada sala.
Mario mira satisfecho la gran ventana que muestra una majestuosa vista del espacio alrededor de la INTEXPLOR. A pesar de que está en parte desmantelada, la antigua sala de operaciones se ve imponente. Es tres veces más grande que los cuartos de simulación. Está oscura, pero la luz que ingresa por la gran ventana permite identificar los grandes paneles llenos de botones y pantallas. Algunos espacios están vacíos. Es obvio que ahí hubo antes algún equipo que ha sido desinstalado. Hay algunos cables desconectados a la vista. Los mandos de navegación y defensa, en cambio, siguen en su lugar bajo el gran ventanal. Los controles principales están atados con unas cintas en señal de que no deben ser usados.
—Ya verán que yo no necesito simuladores.
La mayoría de los equipos han sido desconectados, pero él sabe muy bien que algunos se han dejado operativos para emergencias. Mario retira las cintas de los mandos principales. Una voz automatizada se activa de inmediato.
“Esta unidad está fuera de operación. Los controles solamente deben ser usados en caso de emergencia. ¿Confirma la activación del modo de emergencia?”
Mario no repara en las consecuencias de lo que está por hacer. Responde con un tono de voz firme y seguro:
—Activar modo de emergencia.
“La sala tomará control total de la INTEXPLOR. ¿Confirma el comando?”
—Comando confirmado.
Un sonido indica que la sala ha iniciado operaciones. Los controles se encienden. Las luces del panel empiezan a parpadear. Se encienden las luces de la sala.
Mario ha tomado el control de la INTEXPLOR.
De repente, mientras sigue observando por la ventana, se da cuenta de que hay un objeto volador cerca de la estación. Entra en los archivos de autorización para saber de qué nave se trata. Abre los ojos con sorpresa ante su descubrimiento.
—¡Esta es mi oportunidad! —grita triunfante. Mira a su alrededor para celebrar, pero está solo, completamente solo.
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Mientras tanto, en la sala del equipo Uno…
—Han llegado en muy buen momento. Pónganse cómodos, chicos, que tenemos un gran problema por aquí. Dragu, por favor, ¿puedes prender la pantalla de nueeee…? —Kai detiene la conversación. Afina la vista, tratando de mirar a lo lejos:
— ¿Ustedes ven lo mismo que yo?
—Eso es un objeto volador. Parece un avión terrestre, pero esos vehículos no están habilitados para navegar en el espacio. Necesitan de la gravedad de la Tierra. Debe ser algo más —afirma Rov con seguridad.
—Acercaré la imagen —dice Dragu, que ya maneja muy bien los controles del simulador.
—Pues parece un avión terrestre —Rov busca en los archivos.
Juno se sienta al lado de Rov y sugiere:
—Busquemos en las aprobaciones de vuelo de la INTEXPLOR. Ahí debe decir de qué se trata.
Rov y Juno lanzan una exclamación al tiempo.
—¿Qué han encontrado? —pregunta Kai con urgencia.
—Hay una alerta en la INTEXPLOR. ¡Es un objeto volador no autorizado! ¡Y sí! Es un avión terrestre —contesta Rov.
—¿Qué hacemos? —pregunta Rossy, al tiempo que se abraza con Temi y Tami.
—Mantengamos la calma. Ayudamos más si nos quedamos tranquilos en la sala. Los exploradores saben cómo actuar en estas situaciones —Kai responde con el ánimo de tranquilizar a su equipo.
—No tengo cabeza para continuar con este torneo —comenta Rov, llevándose las manos a la cabeza—. Podemos seguir mirando los sistemas hasta que esto se resuelva. Quizás haya algo en lo que podamos ayudar.
—Hagamos eso, Rov —dice Kai— Será una clase de exploradores “en vivo” para nosotros. No creo que haya mucho que podamos hacer para ayudar, pero al menos podemos aprender. Los exploradores lo resolverán. Estoy seguro.
Los niños se han tranquilizado con las palabras de Kai. Rov y Juno van monitoreando los avances en el sistema, que van narrando a los demás de manera alternada:
—Los exploradores han solicitado el archivo aéreo terrestre para identificar el avión que está en el espacio… —lee Juno.
—Lo han identificado —anuncia Rov.
—Es curioso, parece que el avión tiene, no uno, sino dos códigos de vuelo de rutas completamente opuestas. ¡Eso es imposible! —dice Juno alarmado.
—TS-J508 e IC-S405. Todo es muy extraño…
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En la sala de operaciones de la INTEXPLOR, en efecto, están MUY ocupados resolviendo el misterio del avión perdido en las galaxias. Tanto, que Ka y Máster Symon han ido a ayudar. No están aún al tanto de los últimos acontecimientos de las salas de simulación.
Mucho menos sospechan que Mario, escondido en la vieja sala de operaciones, está a punto de cometer un gravísimo error.
De repente Ka, que está operando los controles de la sala, exclama con horror:
—¡LA VIEJA UNIDAD DE OPERACIONES HA TOMADO CONTROL DE LA ESTACIÓN. LOS CONTROLES DE ESTA SALA HAN QUEDADO INUTILIZADOS!
Dos segundos después, aún más alarmado, grita con horror:
—¡NO ENTIENDO QUÉ PASA. LA INTEXPLOR HA LANZADO UN PROYECTIL HACIA EL AVIÓN! ¿QUIÉN HA AUTORIZADO ESTO?
Por primera vez, Ka se ve realmente molesto y preocupado. Se da cuenta de que sus malos presagios se han hecho realidad y que los niños están metidos en un lío.
—¡USTEDES, A LAS SALAS DE SIMULACIONES! ¡NOSOTROS TRES IREMOS A LA SALA VIEJA DE OPERACIONES! ¡RÁPIDO!
Ka, Máster Symon y Vyra, otra valiente y famosa exploradora proveniente del planeta Mercurio, se dirigen a toda velocidad a la sala vieja de operaciones.
¡La INTEXPLOR está en alerta roja!
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En ese mismo momento la sala de simulación del equipo Uno entra en conmoción.
—Los sistemas han detectado el lanzamiento no autorizado de un proyectil desde la sala vieja de operaciones hacia el avión desconocido. ¡Todos los protocolos de seguridad de la INTEXPLOR han sido violados! —grita Rov con gran angustia.
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Los pensamientos de Kai vuelven al momento presente. Él y sus seis amigos están corriendo por el largo e interminable pasillo a gran velocidad. La cuenta regresiva avanza. La alarma de emergencia está sonando.
Dragu de repente reconoce su “código ábrete sésamo”. Está colgado en el panel de una puerta gris en el pasillo contiguo. Está abierta, a diferencia de todas las demás por las que han pasado, se ve menos moderna y es el doble de grande de las puertas gemelas. Grita desde atrás:
—¡Deténganse! ¡Sé dónde está Mario! ¡Por aquí! Ya entiendo todo. No he sido yo quien dejó mi bolso abierto. Mario debe haber robado mi código ábrete sésamo.
—¿Tu código abre-qué? —pregunta Tami con desesperación.
—Después te explico ¡Vengan por aquí! —Dragu señala la puerta de la sala vieja de operaciones.
Los siete niños entran rápidamente en la sala. Ven una luz parpadeante en la pantalla.
“Dos segundos para el impacto”, anuncia la voz automatizada.
Los niños se abrazan y miran por la ventana esperando la explosión.
”Uno, impacto.”
Hay un gran silencio en la sala. No se ve explosión alguna. Tampoco se ve el avión.
—¡Ha desaparecido! —dice Rov, que ha tomado control del sistema y puede ver el último reporte—. El avión ha desaparecido… misteriosamente, según dice el archivo del sistema. El proyectil ha seguido su curso. Con suerte explotará en la nada.
Mario sale de un agujero en donde antes debió estar algún viejo equipo de la sala:
—¡Ufff! ¡Se han salvado por poco! —se seca el sudor, pero antes de que pueda decir algo más, Juno y Temi lo detienen. Temi lo ha inmovilizado enrollándolo con cola.
—Después de todo mi larga cola sí sirve para algo —Temi sonríe.
—El que no se ha salvado de nada eres TÚ. Y NO harás nada más, Mario. De esta no te escapas. Te llevaremos con Ka y Máster Symon —sentencia Kai.
—¡Tengo malas noticias, chicos! El proyectil ha seguido su curso. Se dirige a la luna terrestre… Impactará sobre los selenitas en veinticuatro minutos y treinta y seis segundos —Rov proyecta el reloj en cuenta regresiva en la pantalla.
—Espero que los exploradores tengan esto bajo control —dice Kai con preocupación.
Ka, Máster Symon y Vyra entran a toda velocidad. Se dirigen a los controles. Empiezan a presionar los botones y a teclear.
Máster Symon mira a los niños con gran tristeza. No tiene tiempo de hablar.
Kai no se atreve a decir nada. Solamente atina a hacer señas a sus compañeros para que den paso a Ka y a los demás. También les hace señas a Temi y a Juno para que mantengan a Mario inmovilizado.
Mario trata de decir algo. Máster Symon levanta una mano en señal de silencio.
—Niños, suelten a Mario, por favor. Hagan TOTAL silencio. No se muevan ni toquen nada. Hablaremos luego. Tenemos una emergencia que atender.
Rov habla con un poco de temor:
—Perdón, Máster Symon, he visto que el proyectil está en camino hacia los selenitas. Impactará en veintitrés minutos y once segundos. He puesto la cuenta regresiva en la pantalla.
—Los sistemas de comunicación están desactivados. Tampoco he logrado devolver los controles a la sala nueva de operaciones. ¡Debemos notificarlo a los selenitas inmediatamente! ¿Tenemos algún equipo de comunicaciones en operación? —pregunta Vyra con preocupación.
Vyra retira el grueso gorro de su cabeza. Tiene el cabello y la piel de color naranja como Mario, por ser del mismo planeta. Viste un ceñido traje espacial también de color naranja, en apariencia muy abrigado, de cuello alto y mangas largas. El gorro, que ahora cuelga en su espalda, está lleno de coloridas plumas, así como los extremos de sus mangas y pantalones.
—¡ESTE RADIO ANTIGUO DE FRECUENCIAS ESTÁ FUNCIONANDO! —exclama Ka, que está probando los equipos— ES PARA COMUNICARSE CON LA TIERRA EN CÓDIGO MORSE. LOS TERRÍCOLAS SON LOS ÚNICOS QUE LO CONOCEN, Y NO TODOS ELLOS… NO SE USA DESDE HACE MILES DE AÑOS. SI TAN SOLO PUDIÉRAMOS ENVIAR UN MENSAJE AL CAPITÁN TEO. ÉL CONOCE ESE CÓDIGO Y PUEDE ALERTAR A LOS SELENITAS…
Rov dice inmediatamente:
—Yo conozco el Código Morse. ¡Puedo ayudar!
—Rov, acércate. No tenemos tiempo que perder —ordena Máster Symon.
Rov empieza a hacer los tonos para comunicarse con la Tierra. No reciben respuesta.
—LA SEÑAL ES MUY DÉBIL. ¡NECESITAMOS AMPLIFICARLA! —dice Ka angustiado.
—T-tengo una idea loca —Kai habla con timidez—, pero creo que puede funcionar. Juno, tú eres bailarín de tap.
—Sí, ¿y? —pregunta Juno.
—Juno puede repetir los sonidos con sus pisadas. Los sonidos deberían ser lo suficientemente fuertes para transmitir —termina Kai.
—Yo puedo hacer eso —afirma Juno con seguridad.
“Diez minutos para el impacto”, se oye en los parlantes.
—¡Habrá que intentarlo! Mientras más rápido, mejor —urge Máster Symon.
—¡ADELANTE, JUNO! —Ka asiente.
—¡Agárrense todos! —alerta Juno, a la vez que empieza a reproducir los sonidos que Rov ha escrito: Salto rápido: tono corto. Salto alto: tono largo. Dos saltos largos, un salto corto…
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Alguien, en los controles de la base de la Tierra, llama al capitán Teo.
—Capitán, hemos detectado un grave fallo en la INTEXPLOR y no logramos comunicarnos. Pero eso no es todo… Parecen estar enviando un mensaje por el viejo transmisor de Código Morse.
—Por favor, reproduzca el sonido —responde el Capitán, quien lee el mensaje.
—¡Hay una gran emergencia en la INTEXPLOR! ¡Los Selenitas están en peligro! ¡Debo comunicarme inmediatamente con Selenón, el líder de los selenitas!
El Capitán sincroniza su reloj con la cuenta regresiva y acto seguido, abre una pantalla en el aire, marca un código y sin demoras empieza a hablar apenas Selenón contesta la llamada:
—Estimado Selenón, me dirijo respetuosamente a ustedes los selenitas haciendo uso de la línea de emergencias —Selenón gusta de las buenas formas al conversar pero el Capitán no tiene mucho tiempo para saludar, así que continúa—. Un mensaje de emergencia de la INTEXPLOR anuncia que en ocho minutos y treinta y dos segundos, un proyectil no autorizado impactará con la Luna. La civilización selenita está en peligro, repito, la civilización selenita está en peligro. Deben interceptar el proyectil de inmediato.
Por primera vez, Selenón no sigue las formas al hablar. Responde brevemente:
—Gracias, estimado Capitán. Entendido.
Se encienden las alarmas de emergencia selenita. Sincronizan los relojes. Quedan seis minutos y cuarenta y tres segundos para detener el letal proyectil.
Las fuerzas selenitas de defensa se mueven de inmediato. Es realmente incierto que logren detener el proyectil, pero tampoco hay tiempo de avisar a los ciudadanos. Su única opción es destruirlo. El tiempo sigue avanzando. Ahora quedan apenas tres minutos antes de que ingrese a la atmósfera lunar.
El Capitán responde en Código Morse a la INTEXPLOR.
—El Capitán dice que los selenitas están activando las armas de defensa en este momento —Rov informa del mensaje que el capitán Teo ha enviado.
“Diez segundos para el impacto”, se oye al fondo en la estación.
—¡No lo van a lograr! —grita Rossy cubriendo sus ojos.
Todos miran por la gran ventana de la vieja sala de operaciones. Los niños se abrazan. Ka se come las uñas.
“Cinco, cuatro, tres..”
Antes de que la cuenta regresiva termine se ve una gran explosión.
—¡Lo han interceptado! —grita Rov muy emocionado y sigue traduciendo los mensajes en clave—. El capitán Teo viene en camino a la INTEXPLOR con los técnicos para reparar la estación.
—¡HAN SALVADO A LOS SELENITAS! —Ka celebra.
—Un momento, Ka. No tan rápido. Esta pesadilla ha terminado felizmente, sí. Pero también pusieron en peligro a los selenitas e hicieron un gran daño a los equipos de la estación. Ahora sí, niños. Es hora de que nos hagan saber todo lo que ha pasado.
Ha llegado el momento de dar todas las explicaciones a Máster Symon.
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Esa es una larga noche para todos. Los exploradores trabajan sin descanso para restablecer los sistemas. Los niños no pueden dormir pensando en lo que les va a pasar. Mario es quien se la pasa peor. Permanece en silencio un rincón de la habitación.
Los niños han pasado la peor noche de sus vidas. Callados casi todo el tiempo, sentados en círculo en el pasillo que separa sus respectivas habitaciones, han estado la noche en vela todos juntos, niñas y niños. Se han dado apoyo unos a otros. Están preparados para lo que sea que les espera al día siguiente. Todos menos Mario, que amanece en el mismo rincón sin moverse o decir una sola palabra.
Con la primera luz del alba, se arreglan rápidamente. También han preparado sus maletas.
Están listos muy temprano. Antes de que empiece el parte del día se dirigen al gran salón. Entran en silencio. Nadie se atreve a decir una sola palabra.
Igual que el día anterior, Ka y Máster Symon están de pie, al frente. Los niños esperan en sus lugares, también de pie. Máster Symon comienza a hablar:
—Hemos visto las grabaciones con todo lo sucedido ayer. Vimos a Temi, Tami, Rossy y Dragu manejando con destreza las naves y los equipos. También vimos cómo, con gran inteligencia, Rov, Kai y Juno analizaron la información y encontraron rápidamente los indicios de vida en las galaxias.
Continúa diciendo:
—Mario, en tu caso, aunque estamos seguros de que tienes un gran conocimiento de los exploradores, la estación y todos sus equipos, vas a regresar a tu planeta. Más tarde, la profesora Trimna y yo tendremos una conferencia interplanetaria contigo y con tus padres. Ya les hicimos saber de lo ocurrido y te están esperando. No has entendido lo que se necesita para ser un explorador del espacio. Sin colaboración, todo el conocimiento de las galaxias junto, no sirve para nada. Todos, querido Mario, TODOS tenemos dones muy valiosos. Creerse mejor que los demás es un error. De esto y de lo que te espera, hablaremos en esa llamada —Mario sale de la sala en silencio, mirando al suelo, acompañado por Vyra, quien lo llevará de regreso a su planeta, Mercurio.
—Ustedes siete —agrega Máster Symon—, tienen el día de hoy para completar, como UN solo equipo, la tarea que dejaron pendiente.
Los niños desayunan un poco más aliviados y se dirigen a la sala de simulación.
Durante la actividad, Rossy y Juno descubren que el “lobo” que los atacó se calma al escuchar música. Rov y Dragu hacen modificaciones a un dispositivo de exploración planetaria y guían al canino de regreso a su asteroide, atraído por la música.
Kai, Tami y Temi se ayudan con el libro de lenguas galácticas que Rov les ha recomendado. Son los encargados de enviar los primeros mensajes. Finalmente descubren que la civilización se denomina Cancazores. No son muy amigables al principio, pero se hacen buenos amigos con ayuda de la música de Juno. Aceptan de buen gusto integrarse a la Comunidad Intergaláctica y compartir sus conocimientos de naves “musi-propulsadas”.
La tarea ha sido completada a tiempo.
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—Ha llegado el final de la expedición. ¡Felicitaciones, niños! Han hecho un buen trabajo.
Máster Symon hace una seña y le da la palabra a Ka.
—¡Y AHOOOOORA LA GRAN SORPRESA FINAL!
Los llevan a la moderna sala de operaciones ¡La de verdad!
¿Adivinas qué otro explorador los está esperando?
Así es:
—¡CAPITÁN TEO! —gritan Kai y Dragu muy emocionados.
—Los felicito chicos. Han trabajado como verdaderos exploradores. No dudo que todos podrán ser grandes exploradores en el futuro —dice el Capitán.
—Yo paso, prefiero la investigación científica. Un poco menos peligrosa que los torneos. Je, je, je, je —ríe Rov.
—¡Y dale con los torneos! —Rossy se lleva las manos a la cabeza.
—Lo importante es que cada quien haga siempre lo que le más le gusta. Ya ven que con sus talentos únicos han salvado a los selenitas y han pasado muy bien la prueba de simulación —el capitán Teo los invita a todos a aplaudir.
—¡LA SORPRESA NO HA TERMINADO! —dice Ka.
Ka y el capitán Teo llevan a los niños en una nave supersónica a la Galaxia del Palo de Hockey. Les presentan a los Cancazores en persona, a quienes Ka había descubierto hace tan solo unos meses. En el asteroide, celebran con un gran banquete y bailan la música de los Cancazores, a quienes Juno acompaña gustoso, tocando el tambor zumbador.
Los niños regresan a casa la mañana siguiente. Sus familias y otra gran fiesta les esperan en la plataforma de aterrizaje de la Escuela Intergaláctica.
—¡Otra fiesta! —exclama Juno— Creo que no podré comer más en tres años galácticos.
—Tengo una pregunta, Director —pregunta Kai en la puerta, antes de desembarcar— ¿Qué ha pasado con Mario?
—Los padres de Mario lo han llevado a un lugar especial que les recomendamos la profesora Trimna y yo. Tendrá la oportunidad de evaluar sus acciones y rectificar. De él dependerá. Por un tiempo no lo verán en la escuela. Esperamos que lo haga bien y pueda regresar.
—Otra pregunta, Director —dicen al tiempo Tami y Temi muy intrigadas— ¿Qué pasó con el avión misterioso?
—Ese, mis niños, es un gran misterio que los exploradores del espacio aún tienen que resolver.
Dragu mira a Kai con complicidad y le dice en secreto.
—Creo que tendremos un misterio para resolver estas vacaciones.
—¡Anotado! —responde Kai, chocando las manos con su amigo.
FIN.