La nueva Escuela Intergaláctica

Cuento infantil (8+ años)

Escrito por: Paula Sicard

De la colección: Peripecias Intergalácticas

Valores: amistad, aceptar los cambios, trabajo en equipo, expresar las emociones.

En la súper estación espacial que queda justo al lado del planeta Saturno, está la nueva Escuela Intergaláctica. Todos los papás desean enviar a sus hijos allá. Dicen que allí tendrán la mejor educación de todo el universo y además habrá mucha diversión. 

―Todos los planetas han participado en su construcción. ¡Es un lugar increíble! ―exclaman en coro los papás de Kai.

―¿Sabes que la Escuela Intergaláctica tiene una pista de carreras de volaneta? Los Dragotáurodos, del planeta CL-Tau-b, serán los entrenadores. Ellos son los mejores volando esos aparatos. ¡Los estudiantes batirán récords!

―¿Sabías que la Escuela Intergaláctica tiene un estadio de Rockabol Marciano? El equipo de Las Medias Largas Intergalácticas entrenará allá. ¡A que te los encontrarás en la cafetería todos los días!

―Y podrás aprender a hacer polvo de estrellas de la galaxia enana de Pegaso, ¡para volar sin necesidad de usar volaneta!

El papá de Kai lee el folleto de inscripción de la escuela y habla emocionado. Kai apenas escucha: “bla, bla, bla, bla”. Solo piensa en sus amigos Fez y Koy. Ellos seguirán en su anterior colegio. Es lo que Kai quiere. ¿Por qué tiene su padre que ir a trabajar a Saturno? ¿Por qué simplemente no se quedan en Marte? ¡Si solo pudiera entender el mundo de los adultos y esa necesidad de cambiar de trabajo y mudarse! 

“¿Y si Koy se olvida de mi?

¿Y si Fez encuentra otro mejor amigo y no quiere venir a visitarme?

¿Y si me olvido de ellos?

¿Y si no podemos volver a jugar nunca más?”

―¡WOW! ―el papá interrumpe los pensamientos de Kai― Esta sí te va a encantar: ¡El capitán Teo se presentará en el Paralelepípedo!, el moderno gimnasio volador de la escuela. 

Kai voltea sorprendido. ¡El capitán Teo! El valiente explorador del espacio, pionero en el descubrimiento de todas las civilizaciones de las galaxias. Kai quiere ser un descubridor de civilizaciones, como el capitán Teo. ¿Qué niño no quiere ser como él? Pero luego piensa: “¡Fez, Koy!” Kai no puede evitar pensar en sus amigos y en lo mucho que los extraña. Solo quiere llorar y no hablar con nadie. Así lo hará. No hablará nada con nadie más.

A diferencia de Kai, Dragu está feliz. No puede esperar que terminen las vacaciones para entrar en la Escuela Intergaláctica. Su papá decidió inscribirlo allá. Dice: “Dragu, necesitas disciplina”. Ahora hará un viaje más largo para ir a la escuela, desde el planeta Júpiter, donde vive. Pero a Dragu nada de eso le importa. Está feliz de cambiar de colegio. Quizás en este nuevo lugar tenga un poco más de suerte. 

Dragu tiene amigos de su vieja escuela, pero a veces se pelean con él. Él solo quiere jugar. Ya tiene más cuidado y ha dejado de echar fuego por la boca cuando están jugando a las atrapadas. Ahora solo le pasa pocas veces ―bueno, no tan pocas―, cuando se pone nervioso. Por ejemplo, cuando las hermanas Temi y Tami se pelean con él, que pelean ¡por todo! Eso lo pone MUY nervioso. 

También su amigo Druno, con quien tanto le gusta jugar, a veces se molesta cuando chamusca la pelota cada vez que juegan Rockabol.

Así terminó el juego el último día de clases, antes de las vacaciones: Dragu quemó las dos últimas pelotas. Druno no tuvo chance de decir ni una palabra. Dragu tampoco dijo nada: No mencionó que el nuevo año irá a otra escuela. Tampoco le dijo a Druno que desea verlo al menos los fines de semana, ni que llevará bolas de repuesto. Simplemente se dio la vuelta sin despedirse. Estaba triste y apenado. “Yo solo quiero jugar” “Druno, eres mi mejor amigo” “Te extrañaré”. Todo eso pensó, pero no lo dijo. Salió corriendo y se fue a casa.

Kai y Dragu irán a la Escuela Intergaláctica al terminar las vacaciones. Aún no se conocen, pero lo harán. El segundo grado y el director, Máster Symon les aguardan.   

————–

¡Ha llegado el gran día! Primer día en la Escuela Intergaláctica. 

Kai va callado en el asiento trasero de la nave de su papá. Igual que las últimas semanas, habla con sus padres solamente lo necesario. Ya se mudaron a su nueva casa. La verdad es que no está mal. Su nuevo cuarto está muy cool. Ahora tiene un escritorio para hacer las tareas y una nueva repisa para exhibir su colección de Las Medias Largas Intergalácticas. Está muy orgulloso de haber reunido las figurillas con los jugadores de las últimas cinco temporadas. Igual, no les ha dicho nada a sus padres sobre lo mucho que le gusta la nueva casa. 

Dragu también está en camino a la escuela. Está contento de ir, pero también asustado. “¿Cómo será el profesor? ¿O será una profesora? ¿Esta vez lograré que no me regañen tanto?” Su mamá y sus tres hermanitos menores lo acompañan. Ha peinado su larga cresta de medio lado. Se ve muy limpio y elegante en su uniforme azul índigo, que hace juego con su piel rojo intenso. Las púas que bajan por su espalda hasta la punta de su larga y gruesa cola, se disimulan un poco con chaqueta que lleva puesta. Lo hace ver alto y fornido. ¡Él ha quedado muy satisfecho al verse en el espejo!

Kai, por el contrario, apenas si se lavó los dientes. Su cara está de color celeste en lugar del azul intenso que suele ser. Se nota que no ha dormido. No quiso arreglar sus verdes y largos rizos y parece como recién levantado. ¡Realmente espanta! Sus papás han decidido no intervenir. Esperan que al llegar a ese hermoso lugar y hacer amigos, Kai vuelva a ser el feliz y sonriente niño de siempre. 

“Hacer amigos”: Un gran reto y, en el fondo, una gran preocupación que comparten Kai y Dragu. 

La Escuela Intergaláctica es sorprendente. No hay otra igual. Las dos naves se aproximan. Entran a la atmósfera de la súper estación espacial que alberga a la inmensa escuela. Pasan de ver el negro firmamento de la galaxia llena de brillantes planetas, estrellas y asteroides, a la vista de un cielo azul, claro y despejado. 

La súper estación espacial es como un planeta en miniatura (artificial, por supuesto). En ella solamente está la escuela. Los ojos de Dragu brillan al ver desde lejos los tres altísimos y puntiagudos edificios administrativos y el estadio de Rockabol. 

También se ve “El Paralelepípedo”, como llaman al gimnasio cubierto. “Aquí es donde se presentará el capitán Teo”, piensa Kai cuando ve la asombrosa estructura voladora.

Atrás del Paralelepípedo se ve un macizo edificio rectangular, hecho en su totalidad del más traslúcido cristal de roca marciana, que es de las más fuertes y transparentes que se han descubierto. Ni tres bombas plutonucleares de última generación podrían derribarlo. Este edificio es de altísima tecnología y seguridad. En él están las aulas, los laboratorios y la Biblioteca Intergaláctica, que tiene la información más completa y actualizada sobre la comunidad intergaláctica, los planetas, las galaxias, las civilizaciones, su historia, sus aportes científicos… 

Los patios de juego son grandes y hermosos, llenos de árboles y aparatos para jugar. Dragu ve desde la ventana a los niños y ya quiere estar ahí. Kai, por su parte, finge no sorprenderse, pero en realidad está impactado. Es más grandioso de lo que pudo ver en los folletos.

Las naves aterrizan en el gran estacionamiento. Muchas naves de todas las formas y tamaños están allí parqueadas. Niños y adultos se aproximan a la gran puerta principal. Hoy está adornada con banderillas de los diferentes planetas de las galaxias. Son montones de banderas  que flotan y ondean alegremente, volando por todo el lugar en señal de bienvenida. 

Kai se acerca a la puerta. Sus padres lo observan desde lejos agitando sus manos y deseándole buena suerte. Kai no voltea para despedirse. La bandera de su planeta, Marte, se coloca sobre su cabeza y empieza a tocar el himno marciano. Kai la espanta como si fuera un moscardón saturnino a punto de picarlo. La música se detiene súbitamente y el banderín se retira volando rápidamente a su lugar original.

“¡Bienvenidos a la Escuela Intergaláctica!” 

“Atención a todos los alumnos: Dirigirse por favor, al patio principal y formarse frente al cartel con el número de su clase.” 

“Hacer una fila por orden de llegada.” 

“Avanzar despacio y en orden.” 

“Alumnos con volanetas, por favor dejarlas en los casilleros flotantes a la entrada…” 

Los parlantes no paran de dar instrucciones. 

Kai no escucha. Camina con sus grandes audífonos puestos. Oye las nuevas canciones de Los Plutones, su grupo favorito de música galáctica. Lleva su volaneta bajo el brazo, siguiendo al río de alumnos. Todos se dirigen al mismo lugar. Ve el cartel del segundo grado. Se coloca de último en la fila que se ha hecho frente al cartel. En silencio, mira al suelo y espera. Unos niños hablan y lo miran. Él finge que no les presta atención. 

Después de una calurosa y ruidosa despedida de su familia, Dragu canta muy sonriente y en posición firme el himno joviano, saluda alegremente a su banderilla y pasa el gran portón. Escucha los mensajes con mucha atención. Se acerca a uno de los casilleros voladores. Repite sus pensamientos en voz alta:

―“La volaneta en el casillero.” ¿Cómo funcionará esto? ¡Ajá, la llave! Volaneta dentro del casillero, cierro, tomo la llave… ¡El casillero se ha ido! Okey, okey. Tranquilo. El casillero aparecerá. Tengo la llave. ¡Ahora a la fila del segundo grado!

Dragu llega y se forma detrás de Kai. Se da cuenta de que Kai no ha dejado la volaneta en el casillero, como dicen las instrucciones. Toca su hombro desde atrás para avisarle. 

Kai no responde. 

Dragu lo hace de nuevo.

―Ejem. Ho-hola. Oye. 

Kai no quiere voltear. Hace como si no ha pasado nada.

Dragu insiste por tercera vez. Ahora levanta el audífono de una de las orejas de Kai y dice en un tono de voz más alto: 

―¡OYE! ¡No has guardado tu volane…

Kai no lo deja terminar de hablar. Se voltea muy molesto:

―¿QUÉ TE PASA? ¿NO ENTIENDES? ¿NO VES QUE NO QUIERO HABLAR CONTIGO?

Dragu se pone muy nervioso. ¡Eso es muy malo! ¿Sabes por qué? 

¡Has acertado!: 

―¡FUEGO POR LA BOCAAAAAAAAA! ―grita una niña en la fila. 

―¡CORRAN POR SUS VIDAAAAAAS! ―gritan otros niños de las otras filas.

¡Se ha armado un gran lío! Todos corren en todas direcciones. Los audífonos de Kai están en llamas. Se los quita rápidamente, los tira al suelo y los pisa para apagar el fuego. Dragu intenta detener el fuego, pero cada vez que dice “!Perdón!”, sale una llamarada de su boca. Todos han hecho un gran círculo, alejándose de Dragu y dejándolo en el centro.  Unos niños gritan. Otros se ríen. Kai le reclama: 

―¡Has quemado mis audífonos!

Dragu está desolado. Finalmente cierra la boca. El fuego ha parado. “¿Por qué a mi? Otra vez lo he echado todo a perder”. Dragu está muy triste. Mira al suelo. Solo desea irse de ese lugar.

————–

La hora del Gran Reto. 

De entre el humo, montado en una volaneta, viene un señor. Está vestido con una camisa de Las Medias Largas Intergalácticas. Su cabello castaño, largo hasta los hombros se alborota con el viento. Kai ríe para sí: “¡Un profesor en volaneta, qué ridiculez!”

No es cualquier profesor. Es, nada más y nada menos que el Director de la Escuela Intergaláctica, Máster Symon. 

Máster Symon presiona un botón en su pulsera y su voz se escucha en todos los altoparlantes: 

―Todos de vuelta a sus filas, por favor. Entren inmediatamente a sus aulas.

Los niños se forman rápidamente y van entrando en silencio a sus salones. Luego, se acerca a Dragu. Le dice en voz amable: 

―Todo está bien, Dragu. Solo se han quemado los audífonos de Kai. Los tendrás que reponer. Vamos a trabajar en controlar ese fuego. 

Mira a Kai: 

―Kai, los audífonos no están permitidos en clase. Deberás dejarlos en casa en las siguientes oportunidades. La volaneta en el casillero, por favor ―hace un chasquido con los dedos y llega un casillero―. Aquí, por favor. Guarda la llave y cuando quieras usar la volaneta, presionas el botón rojo de la llave. 

Luego dice: 

―Lo sucedido amerita un cambio de planes. Ambos, síganme ahora. 

Los lleva hasta “El Paralelpípedo”. Bueno, realmente el Paralelepípedo llega volando hasta ellos. Entran caminando los tres. 

Kai piensa molesto: “¡Genial!, un castigo el primer día por culpa de este echa fuegos.” 

Dragu está confundido; no sabe si recibirá un castigo o qué. Ese lugar es tan magnífico que casi olvida lo que acaba de suceder. 

Este increíble edificio es un espacio de usos múltiples: entrenamientos, conciertos, espectáculos deportivos, cine galáctico en “18D” (el favorito de Dragu), reuniones, presentaciones… Tiene cómodos asientos acolchados en todas sus paredes. Ahora mismo están alineados de forma vertical, pero se mueven y organizan según la ocasión y la cantidad de personas que asisten, ¡que caben miles! Se pueden ver también muchas luces y reflectores que flotan y se mueven en el altísimo techo que cambia rítmicamente su forma, haciendo diferentes figuras geométricas. 

Máster Symon se detiene en el escenario flotante, hasta donde han caminado los tres. Ubica a los niños uno al lado del otro, con unos metros de distancia. Inmediatamente el suelo del escenario se transforma, dividiéndose en dos cuadrados voladores gigantes. Un tablero para cada niño. Ahora están de pie, cada en su propio espacio. Los rectángulos han quedado separados aproximadamente un metro y medio el uno del otro. En el centro, donde estaba el director, ha quedado un vacío. Máster Symon parece que va a caer en ese hoyo, pero convenientemente ha llegado su volaneta a rescatarlo. Él los observa con tranquilidad, esboza una sonrisa y dice con voz solemne:

―¡Bienvenidos al Gran Reto! Consiste en resolver el acertijo del día de hoy. Para eso usarán los tableros a sus pies. Cuando lo hayan logrado, vendré personalmente y les daré una especial sorpresa. ¡Que lo disfruten!… ¡Ah! ―levanta el dedo índice en señal de advertencia― En caso de emergencia o si no pueden resolver el acertijo, el sistema de eyección se activará automáticamente. Habrán perdido el reto si eso pasa. Ahora sí, ¡a divertirse! 

Máster Symon sale del gran gimnasio. Los ha dejado solos. Kai y Dragu no tienen idea de para qué están ahí, ni por dónde empezar.

―“Que lo disfruten”. Sí, cómo no ―comenta Kai en voz alta.

―Oye ―dice Dragu― Perdón por haber quemado tus audífonos. Me pasa cuando me pongo nervioso. Los repondré. 

Kai no responde. Dragu decide no hablar más con él.

Dragu dice para sí: 

―Ni modo, manos a la obra.

Da un paso adelante sobre el tablero. Se ilumina un cuadro azul en el piso y, como por arte de magia, frente a Dragu aparece el holograma, nada más y nada menos que del…

―¡CAPITÁN TEOOOOOO! ―grita Dragu emocionado.

―Hola Dragu ―saluda el holograma del capitán vestido en un traje espacial plateado―. Tienen un reto por delante: ¡Aprender a hacer amigos! Ese es el secreto del éxito de todo explorador del espacio. Lo haremos juntos, con Kai. ¡A moverse por los tableros y descubrir las pistas! 

―¿Hacer amigos? Conmigo no cuenten ―dice Kai. Se voltea de espaldas a Dragu. 

Dragu se empieza a mover sobre el tablero. Nada sucede. Regresa al cuadro inicial y vuelve a aparecer el capitán. 

―Deben hacer esto juntos para que funcione ―dicho esto, el capitán desaparece.   

―Kai, yo quiero salir de esto tan rápido como tú. Muévete por favor y terminemos pronto ―implora Dragu.

Kai da un paso adelante de mala gana, arrastrando sus pies. 

Se oye una voz al fondo que dice: 

“Primer secreto descubierto: ¡TOMAR TURNOS!, uno a la vez” ―se oye una música de fanfarria “TATATATAAAAAAAAN”.   

Dragu aplaude. Kai ni se inmuta, pero continúa haciendo su parte. Tomando turnos, uno a la vez, avanzan dos posiciones cada uno en sus tableros. A cada paso, los cuadros donde están parados se iluminan, marcando el “camino” por el que han pasado. De repente, cuando Dragu da otro paso adelante el tablero no se pone de color azul. Se oye un pitido estridente, se prende una luz roja y la voz dice esta vez: 

“Es necesario cruzar caminos para continuar.” 

―¿Cruzar caminos? ¿Ahora qué debemos hacer? ―pregunta Dragu impaciente.

Kai dice: 

―Creo que sé lo que hay que hacer. Dragu, salta a mi tablero y yo saltaré al tuyo. Vamos, a la cuenta de tres.

―A la una, a las dos, a las… ¡TRES! ―los dos niños se acercan a los bordes de sus tableros y saltan al tiempo, intercambiando sus plataformas voladoras. 

“TATARARÁN, TATATATATATAAAAAAAAA” ―la fanfarria de nuevo― “Segundo secreto: ¡COMPARTIR!”

Los niños siguen avanzando. Saltando, tomando turnos y compartiendo, sus tableros se siguen iluminando, dejando zigzagueantes figuras azules a su paso. Así descubren la tercera y cuarta respuestas: PEDIR POR FAVOR y ESCUCHAR. Parece que están cerca de la salida.

Para la siguiente pista aparece el holograma de Máster Symon: 

―Tres respuestas más y estaremos listos. Para la siguiente, Kai, Dragu, deben decir al menos una cosa los hará realmente felices en esta escuela.

Dragu no lo duda: 

―Me gustaría aprender a dejar de echar fuego por la boca cuando estoy nervioso.

Kai hace silencio. 

―Kai, por favor, dí algo. ¡Ya casi ganamos! ―pide Dragu.

―Yo no tengo nada que decir. Nada en esta escuela puede hacerme feliz.

Un reloj en cuenta regresiva empieza a hacer “tic, tac, tic, tac”. La voz dice: 

“Tres minutos para la activación automática del modo de emergencia.”

―¡Kai, por favor! ¡No quieres perder! ¿O si? ―Dragu empieza a ponerse nervioso― ¡Oh No! ¡No ahora! No me voy a poner nervioso, no me voy a poner nervioso.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac. Dos minutos para iniciar el proceso de eyección.” 

―¿EYECCIÓN? ¡NOOOOOOOOOOO, YO NO QUIERO SER EYECTADO DE LA ESCUELA! ¡KAI, POR FAVOR! ―Dragu grita muy, muy, MUY nervioso. 

La garganta de Dragu empieza a ponerse de un color naranja intenso. Está a punto de echar fuego por la boca. 

―¡Oh No! ―dice Kai asustado― Dragu, mírame, cuenta conmigo hasta diez. Respira profundamente. Uno, dos, tres… ¡Vamos, tú puedes! Olvídate del reloj. Lo diré, ¡está bien! Lo diré: ¡No quiero perder a mis amigos Fez y Koy! Pienso que no podré tener más amigos y estoy muy triste por eso.

El reloj para de hacer tic-tac. Dragu empieza a respirar, su garganta vuelve a su color normal. Está feliz, ¡no explotó! Salta y abraza a Kai. 

―¡GRACIAAAAAAAS KAI. NO EXPLOTÉ, NO EXPLOTÉ! 

Kai se siente aliviado. Aunque se ha quedado inmóvil frente al abrazo de Dragu, sonríe por primera vez. 

Suena la fanfarria. 

“¡TATATATAAAAAAAAAN!”

Se abre el techo del Paralelepípedo. Vienen dos volanetas. 

―¿Con quién viene Máster Symon? ―pregunta Kai.

―¡CAPITÁN TEOOOOOO! ―grita Dragu emocionado. 

DECIR LO QUE SIENTES, SER TÚ MISMO Y SONREÍR. Es lo que han hecho. ¡Han encontrado todas las respuestas! Son los ingredientes para hacer buenos amigos. ¡Felicitaciones, Kai, Dragu! Creo que además ya han hecho un amigo en su primer día de clases ―el director hace un corto silencio, mirándolos alternadamente. Los niños cruzan miradas y sonríen tímidamente.

―Esto merece un premio. Por eso vengo con el creador de esta receta, a quien ya conocen ―Máster Symon les presenta al capitán Teo, ¡esta vez de carne y hueso!

―¡Felicitaciones niños! ―dice el capitán estrechando las manos de los boquiabiertos chicos. ¡No se lo pueden creer! El capitán sigue hablando: 

―Han hecho todo lo que se necesita para hacer buenos amigos. Máster Symon y yo hemos compuesto una canción sobre esto y la cantaremos junto con Los Plutones el día de mi presentación. 

Máster Symon y el capitán Teo cantan juntos en tono de rock and roll:

―“Tu turú, tu, tu, turú. Tu, turú, tu, tu, turú.

Qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos.

Tomar turnos y compartir,

escuchar y por favor pedir,

decir lo que sientes, ser tú mismo y sonreír.

Qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos.

¡A reir!”

―Espero que les guste el premio que les tenemos: Me acompañarán en mi presentación, si lo desean, como invitados especiales. También podrán traer invitados a sus amigos y familiares ―el capitán sonríe a los niños, que están todavía con la boca abierta. 

―¿Puedo invitar a Fez y a Koy? ―pregunta Kai emocionado― ¡No van a creer que vamos a estar en el mismo lugar con el capitán Teo y Los Plutones!

―¡Y yo a Druno y a mis hermanitos! ―exclama Dragu.

―¡Por supuesto! ―responde Máster Symon. 

Kai le extiende la mano a Dragu: 

―¿Amigos? 

―¡Amigos! ―Dragu le toma la mano y lo vuelve a abrazar. 

Kai esta vez corresponde el abrazo. No sabe bien dónde poner sus manos al encontrarse con las púas en la espalda de Dragu. Igual no le importa pincharse un poco. Está feliz de tener un nuevo amigo.

―Más vale que empecemos a ensayar ―dice Kai riendo y agarrando una gran bocanada de aire. 

Kai hace una señal y cantan todos juntos de nuevo:  

―“Tu turú, tu, tu, turú. Tu, turú, tu, tu, turú.

Qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos.

Tomar turnos y compartir,

escuchar y por favor pedir,

decir lo que sientes, ser tú mismo y sonreír.

Qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos, qué fácil es hacer amigos.

¡A reir!”

Los niños han aprendido que hacer amigos es fácil. También, que las buenas amistades nunca se pierden y que siempre es posible conocer nuevas personas maravillosas a donde vayan. Además, ¡han cantado con su ídolo, el capitán Teo! 

¡Kai y Dragu adoran la Nueva Escuela Intergaláctica!

FIN.